martes, 11 de agosto de 2015

MEMORIAS DEL ÚLTIMO ESPAÑOL DE ESPAÑA: 2
Se invento un mundo imaginario que le evadía de la realidad y que le servia como comodín hasta que llegase al pasado; por eso convertía en gloriosas hazañas, lo que de otro modo eran desastrosas derrotas del glorioso ejercito español.
Quería llegar al siglo XVI, quería llegar al siglo de oro ; estaba como una cabra y decía tonterías una detrás de otra,  sin articular trama y armazón de novela , pero todo ello le ayudaba a echar lo que tenia ahí a dentro  y esto le ayudaba sentirse mejor ; no quería parar ,  quería crear, quería ; no sabia lo que quería. Estaba como una cabra y se esforzaba en hablar en pasado como si el presente no quisiese que existiese.
Manifestaba aquella carencia de voluntad, que terminaría por arruinar su vida y lo peor de todo era que que había tomado conciencia de su auto opresión  y luchaba por redimirse consigo mismo, sin saber lo que le rodeaba, sin saber quien era él.
Su existencia le venia dada, le venia impuesta y sobre esa base, tenía que elegir.
Conforme pasaban los años, se iba apoderando de él, la perturbación y el atrofiamiento, ese truncaje de la realidad, sin darse cuenta, que vivía en un mundo que no era real, que el mismo si era real.
Se miraba mucho en el espejo, lo que le impedía verse así mismo y no porque el fuese deforme, sino porque el espejo deformaba la realidad, su imagen que él tenía de sí mismo.
Su mirada se volvía remota y procuraba alejarse de la atmósfera social que le rodaba.
Sin embargo el quería comunicarse,  pero escribía: lo pasado se fue, el presente se escapa y el futuro se alcanza, se llega, pero hay un trayecto que es un laberinto.
Había leído muchas novelas de caballería por lo que,  quería volver al siglo de oro y era por lo que plagiaba el verbo, las ideas y no lo hacia con el tiempo porque todavía no había visto la luz, que le permitiera ver a Cervantes.
Y sin embargo, parecía mentira que las cosas fueran así. ¿Quién lo hubiese imaginado?
Por entonces Federico vivía en un mundo, en el que se aspiraba a llegar a las máximas cotas, lo veía todo de color de rosa, más tarde llegaría el colapso, el choque con la realidad que le había tocado y  elegido para vivir.
Y mientras leía en un libro de Historia (“para que oponer la utopía  a la brutal realidad del poder”), reflexionaba y advertía  no tener armas adecuadas y suficientes, para enfrentarse a lo que se le venía encima.
Las reglas del hacer social y el engranaje preexistente dentro del sistema, no se adecuaban  a su manera de ser y sin embargo, el sistema le había forjado, había constituido su forma de ser, de pensar, de sentir y de conducirse por la vida.
Mientras leía lo que había escrito, había encendido un cigarrillo (por aquel entonces Federico fumaba) se encontraba acatarrado y padecía una ligera fiebre, mas molesta que dolorosa, tumbado sobre la cama, pensaba lo que iba a escribir, esperando que su mente, por si sola al compás de un no se que elucubrara ideaciones ocurrentes y geniales.
Quería ser escritor, quería expresarse, quería ser importante…
Durante la mañana, había leído…como diría su hermano, habría leído no se cuantas paginas, esperaba tal vez estar diciendo algo de él, de su entorno……
No era la primera vez, que se había puesto a escribir y sin embargo, era un vocablo que le gustaba emplear cuando se ponía a escribir.

Había observado o estaba observando que le gustaba escribir en pasado, tal vez confundía el pasado con el presente .No sabía, lo que quería,  ni donde estaba situado, no sabía lo que quería, se hallaba mal consigo mismo, acababa de encontrar una vereda  para escribir sin parar y ahora no sabia expresar, procurando no parar la pluma, por momentos denotaba una sincronización entre su mano y su imaginación y se estaba apartando de lo que quería decir.

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