LA IMPORTANCIA DE TENER UN PROYECTO DE FUTURO
La importancia de tener un proyecto de futuro, es vitalmente
fundamental; pues de lo contrario esa
persona se deja arrastrar por una corriente de monotonía, sin expectativas de
cambio, viviendo al momento, viviendo al presente. Pero este presente, no es
más que la continuidad de su pasado y por tanto pasado. Tener esperanzas, un
porvenir, el objetivo de alcanzar unas
metas, en suma un proyecto de futuro, un proyecto de vida es vivir, es sentir
que la vida es una lucha, una encarnizada lucha de uno contra uno mismo y su
entorno. La sensación de no tener nada ni nadie porque luchar, junto a la
concienciación de que vivir es una lucha hacia el futuro es tan desgarradora,
que hace acabar como un vegetal que siente la vida sin movimiento cuando no se
tiene proyecto de futuro.
Y observamos que tener un proyecto de futuro, es cada vez
más difícil en la sociedad que vivimos, porque aparte de los problemas de
comunicación que tenemos- y que es tema
por si solo- que hace que sea más difícil creer en algo o en alguien, ya sea
ideologías, personas o cosas y lo es así, en cuanto “ que los hombres no tienen
necesidad de creer, sino lo que necesitan es de la voluntad de descubrir”
(Russell) y es que, “en las creencias se está, las ideas las tenemos y las
sostenemos, pero las creencias nos tienen y nos sostienen”(ortega y Gasset).
Y aquel, que no cree, que se queda sin ideas, se queda sin
fe y por tanto sin proyecto de futuro
termina por afirmar que la realidad es racional (Hegel), no des un punto de vista moral, es racional
en cuanto que es real, en cuanto que
existe y la razón de su existencia escapa a la moral, pero no a la lógica
social e histórica, en tanto que tiene su razón de ser y estar y por ende su
propia autonomía o trayectoria.
Casar esa trayectoria con proyecto de futuro ese convierte entonces
en la razón fundamental, en base a dominar la naturaleza social obedeciendo sus
leyes y concatenaciones (Bacon), que se
encuentran en la teoría de la historia, ya escrita para quien la quiera
encontrar “en el cementerio de los libros olvidados” diría Ruiz Zafón.
¿Pero la verdad se transmite o se vende? O tal vez ¿se vende
la averiguación de la verdad?
En un escenario dominado por el comercio de mentiras es difícil
de averiguarlo y lo es, motivado por el
conjunto de mentiras (creencias), que los receptores necesitan para vivir y
sobrevivir, de modo que la verdad es relativa e invendible o intransmisible.
Transformar el querer del gran público (electorado) en lo
posible se llama “programa” y es obra del escenario político existente
(democracia participada) en base a una opinión pública condicionada y
mediatizada por la opinión publicada; de modo que asistimos a una puesta en
escena y representación (democracia representativa) de todo un conjunto de
mentiras mezcladas con omisiones y verdades, formalizadas y definidas en
programas electorales, para las cuales la ciudadanía no tiene instrumentos ni facultades para averiguarlos, pero si
conveniencia en creerlos y así poder vivir y sobrevivir en un escenario que ha
depuesto un proyecto de futuro para perpetuar una historia cíclica, -o sea un proyecto de futuro consistente en un
retorno continuo al pasado-, una naturaleza social no dominada, no obedecida en
sus leyes, en sus concatenaciones .
La democracia participativa, que no participada, tiene su
génesis en un escenario de tolerancia ideológica (actual democracia
participada), que dé lugar al ateísmo ideológico de la misma manera que la tolerancia
religiosa que emano de la Reforma del siglo XVI, (por la que cada persona tenía
la religión que quería) dio paso en el siglo XVIII al ateísmo religioso que surgió de la
Ilustración.
El ateísmo ideológico consiste en la contraidea de superar
la dimensión ideológica y pasar a la dimensión de la conducta; lo importante no
son las ideas, -aunque lo son- sino la coherencia entre lo que se dice y
pregona y lo que se hace y eso es lo que aprecia y valora una masa electoral
como la española, que ya no cree, que ya no se fía, pero que al tiempo , no se
activa todo lo necesario para descubrir que la solución está en ella misma
expulsando de las instituciones a los partidos políticos tradicionales, que han invadido tóxicamente y gangrenado nuestro sistema político
Málaga a 22 de febrero de 2015.
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