sábado, 31 de enero de 2015

OCASO Y DERRIBO DE LAS IDEOLOGÍAS.
Asistimos en la sociedad que nos ha tocado vivir al ocaso y derribo de las ideologías, como instrumento que nos sirve para explicar la realidad en la que vivimos, así como panacea para resolver los problemas existentes. A la caducidad de las ideologías, se contrapone el ascenso de las formas, el aplastante predominio de la imagen sobre el contenido; lo realmente importante en esta sociedad, no es lo que se dice, sino como se dice, ya que es esto lo que se valora y se revaloriza socialmente y es lo que tiene repercusión en la opinión pública.
En este contexto, se levanta impetuoso el marketing, como respuesta que satisface necesidades humanas, vendiendo ideas, productos, servicios, lugares, personas o lo que sea y a quien sea, con tal de vender e incrementar la cuota o participación de mercado.
Ante este vaivén de cambios y mutaciones, que produce la globalización y la creación de un mercado mundial, con compañías mercantiles extendidas a escala planetaria, adquiriendo la problemática social tintes de especialidad y heterogeneidad, que dan lugar a movimientos parciales sin alcance general, aunque si global, -como puedan ser el pacifismo o el ecologismo- y que tienen más que ver, con la dimensión física que social de la vida humana o sea las relaciones del hombre con la naturaleza, más que de las relaciones entre los propios hombres, al propio tiempo, que se genera una concienciación social de impotencia, de un “ no poder hacer nada”, ante las problemáticas actuales, al tener conocimiento de que los instrumentos que se utilicen para solucionarlos, se volverán en contra de nosotros………..
En definitiva, el discurso político se agota y se agota en una dinámica social de políticos profesionalizados en comunicadores de un no sé qué y en nombre de no sé para quién, en definitiva en predicadores del desierto. De manera que lo vital no es lo que se dice (con ser importante), sino lo que se hace y la coherencia entre lo dicho y lo hecho. Esto origina que las elites hayan dejado de ser elites y retornen de donde proceden, ya que nadie se fía de nadie,  en cuanto se contesta su autoridad, en el sentido de que todo el mundo habla, pero nadie escucha; lo que implica que la comunicación está rota y lo está porque los intermediarios políticos han desconectado,  código (creencias) y mensaje (ideología) en un contexto de irrupción de nuevos canales (soportes o medios), confundiéndose emisores y receptores, es decir, elites y masas.
Yo desde aquí, en un intento de que alguien recuerde, que hubo una época denominada la era de las ideologías, que sustituyo a la religión como medio para explicar la sociedad, en la que se desarrollo y resolver los problemas de la misma, de igual modo que lo hiciera la religión con la mitología, indico también de la necesidad de descubrir otro medio u instrumento, que nos permita describir la sociedad, en la que vivimos y solucionar los problemas que genera el desarrollo de la misma y que requiere, el paso a otra dimensión y que tiene que ver con la dimensión de la conducta u comportamiento.
Del mismo modo que a nivel espacial existen tres dimensiones: longitud, anchura y altura a nivel social, yo hablo de tres dimensiones u formas a nivel social: una forma de pensar compuesta de ideas (estructura) y creencias (sobreestructura), una forma de sentir y expresarse y una forma de comportamiento o conducta.
La potencialidad de un sistema de ideas, no aplicado, está situado precisamente ahí; en cuanto que su realidad solo acontece en un marco teórico, pero que cuando se traslada al campo real, al de la práctica cotidiana, esta potencialidad se consume, al actuar sobre la realidad de la que emana y se manifiesta la imposibilidad de ser, lo que era teóricamente, transformándose en impotencialidad. Las ideologías están condenadas inexorablemente porque se reducen siempre a un proyecto de transferencia de poder. En suma la desintegración de poderes , su caída o derrumbamiento viene dado por la toma de conciencia de las masas que oprimidas, levantan a sus elites, elevándolas al Poder, como “ídolos”; transformándose esta idolatría con el tiempo en Poder y el circulo cíclico de la Historia no se agote…
 La oposición de los niveles sociales privilegiados o mejor dicho, una parte de ellos a la nueva ideología dominante, al nuevo sistema, es que ven, la sustitución de ellos, por otros, que van hacer lo mismo que ellos de una forma abstracta; si bien diferente desde una forma concreta, dado que el suceso histórico es irrepetible; en el fondo de su corazón late el terror al nuevo sistema, porque en él, se ven impotentes, en  tanto y cuanto no tienen las cualidades necesarias para obtener y tener e retener,  los nuevos privilegios que aparecen con el nuevo sistema.
Todo proyecto de transferencia de poder se principia en ofrecer un futuro lleno de promesas a cambio de aceptar y asumir, el presente. La historiografía  que siempre es historia contemporánea, en cuanto el autor la reconstruye bajo los usos y modos del tiempo que le toca vivir,  enseña que los usos y modos del Poder se mantienen intactos, que son siempre los mismos, que la lección de Roma de conservar la pureza del código, permitía conocer a los heterodoxos  y con la exclusividad de la jerarquía permitía sentenciar a los mismos.
Y es que los científicos sociales pueden diagnosticar las causas de los males sociales, -en cuanto van haciendo ciencia- y recetar el adecuado o inadecuado  tratamiento, pero lo que no pueden hacer es obligar o intentar convencer a los pacientes a que se tomen las medicinas. La aplicación a la sociedad de los conocimientos científicos  corresponde a la clase política como técnicos sociales, cuya actividad o lucha política se enmarca en una estructura jurídico-político-institucional pero se nutre o alimenta de corriente o energía ideológica, la cual, como he dicho anteriormente, nos no vale para explicar la realidad social que nos rodea y nos envuelve, pues están desfasadas en términos históricos; de modo que como dijera Bertrand Russell “lo que necesitamos no es la voluntad de creer, sino la voluntad de descubrir”. En el fondo lo que se debate es el control de la sociedad por la razón humana, de modo que esta no se someta a fuerzas irracionales como las ideologías que están condenadas inexorablemente, ya que se reducen y conducen a un proyecto de transferencia de poder, mediante el proceso transformativo de utopía en contraideología y está en contraideología dominante y de esta a ideología. Por otra parte no tiene que haber técnicas organizadas que se opongan en la práctica al Poder, puesto que todas se reducen a instrumentos de Poder.
Lo peor de todo es que, los nuevos grupos sociales oprimidos han tomado conciencia de su opresión y luchan por redimirse, sin saber quiénes son sus opresores (fuerzas o colectivos). Y a veces-cuando no siempre- lo hacen junto a los agentes de su opresión. Y es que la Historia de las Ideas que era el anteproyecto del proyecto histórico, se ha transformado en el ante proyecto depuesto del proyecto histórico. Por eso se va vislumbrando una futura anarquía total, que no es otra cosa que hacer el vacío alrededor de todo lo existente y todo ello se derrumbara: anarquía.
Por todo ello es una consecuencia lógica, de una sociedad en mutación acelerada, que se halla afectada por una crisis general, una crisis de valores, una crisis de identidad, que lleva a ceder la responsabilidad individual a una idea, en el refugio de la masa….. en definitiva a desresponsabilizarse.
Nuestro sistema social, concreto y determinado, entra en crisis, cuando sus contradicciones estructurales, de sus elementos que lo integran, no se solucionan mediante mecanismos o procesos de autoalimentación, que posee nuestro sistema social, de modo que no se autoregula. El gobierno tiene “autoridad” o sea mandar hacer lo que se ha planeado, pero no tiene el “poder”, que es la capacidad de ejecutar lo planeado. Los hombres pueden mediante la política, intentar variar el curso de la historia, bien intentando volver al pasado, mantener el presente o acelerar el futuro; sin tener en cuenta que la Historia o la sociedad, se la domina, obedeciéndola, o sea descubriendo sus procesos.
La ideas cuando son meras ideas, se quedan en ideas, pero cuando se trata de aplicarlas, de llevarlas a cabo, de ejecutarlas, de convertirlas en realidad o sea en hechos, se transforman en política, en acción política y entonces lo que vale, lo que principia y domina es la conducta, ya que del dicho al hecho hay un trecho.



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