¿A DÓNDE VAMOS?
¿A DÓNDE VAMOS?
La falta de conocimiento, de información, de saber usar,
frena y limita el consumo de bienes y servicios de la era digital y por tanto
de la buena marcha de la economía.
Si para transportarme en automóvil, aparte de tener la
capacidad económica para adquirirlo, requiero de capacidad económica para
costear el servicio de un conductor, estamos limitando la adquisición y
tenencia de automóviles al reducir el número de compradores al incrementar la
capacidad económica (poder comprar coche y chofer).
Pues esto acontece con los nuevos productos y servicios de
la era tecnológica actual y su digitalización, que requiere de conocimientos,
habilidades, destrezas como “aprender a aprender” que limitan el crecimiento
económico por falta de demanda formada e instruida y no por capacidad
económica. La capacidad adquisitiva ya no solo se mide por el dinero, sino
también por la formación e instrucción en el manejo de los bienes y servicios
digitales.
Así escuchamos frases, yo del teléfono solo utilizo…………………..
Asistimos desde hace
tiempo al ocaso del valor dinero en
contraposición al ascenso del valor
información como eje vital de la
sociedad en la que vivimos. Recordar como el valor dinero destituyo y sustituyo
al valor tierra.
Así cualquier rumor genera soplos de pánico financiero, de
retirada masiva de depósitos de cualquier entidad financiera que es derribada,
es aniquilada. La gestión de la información financiera se hace básica, vital
para la marcha y continuidad de la entidad financiera. Los fundamentales (datos
o cuenta de resultados) no son relevantes para su pervivencia y sí, el manejo
de la información financiera; el modo de comunicación se impone al modo de
producción. El sistema de reserva fraccionaria y sus coeficientes de caja hace el resto.
Los déficits de cultura financiera, de seguros,
digital….etc., en la demanda frenan dichos sectores, frenan su crecimiento por falta de desarrollo
económico y en concreto por falta de
desarrollo económico de la demanda, que no de la oferta.
Cuando compramos
hacemos una elección de candidatos de productos o servicios, de proveedores que
nos suministran o abastecen ¿pero qué elementos de juicio tenemos para medir y
valorar como más idóneos conforme a nuestras necesidades? Si no hay información
necesaria y suficiente, los mercados no son eficientes, no siempre elegimos a
los mejores, a los más competitivos. Esta asimetría en la información delata
los fallos del mercado.
Otro tanto se puede decir de los mercados políticos donde
también falla la demanda al no haber ciudadanos y solo votantes, cuando los
hay; a riesgo de que cada vez menos decidan por más gente.
La capacidad de transmisión del conocimiento es la clave de
una sociedad para desarrollarse y no repetir los errores del pasado. Conocer el
pasado para comprender y entender el presente, así como para poder vislumbrar
el futuro que llega.
Por otra parte cada vez hay más bienes y servicios que se
sustraen al mercado, en cuanto que son abastecidos por autogeneración (mi
ordenador e impresora son mi editorial) o por economía colaborativa (coches
compartidos) y que por tanto se sustraen al Fisco al no ser tributables. La
quiebra fiscal del Estado se ve de venir y el ocaso del estado del bienestar su
indicador.
Sistemas de financiación colectiva como el crowfunding,
ajenos al sistema bancario que desintermedian, acercando ahorradores y
emprendedores y una banca metamorfoseada en proveedora de sistemas de pago con
los días contados que delatan la quiebra del sistema financiero.
Un sistema monetario donde el yuan y las criptomonedas ponen
en solfa la supremacía del dólar como moneda de último recurso delata más
cambios.
Todos estos cambios en los sistemas tributarios, financieros,
monetarios y la certeza de que no elegimos a los mejores hacen de la educación
y la formación el instrumento posibilitador de superar esta encrucijada
histórica como ocurriera en otros tiempos. Y como dijera Kant, la capacidad de
soportar incertidumbre delata la inteligencia de una persona, ante tanta
quiebra a la vista, como digo yo.
Hay que invertir en crear capital humano para consumir, para amortizar el capital
humano invertido para producir.
Y no nos damos cuenta que sin desarrollo educativo no
habrá demanda sostenible que posibilite
empleos de calidad que son los que en último término quienes sostengan nuestro sistema de
pensiones, evitando la quiebra de la seguridad social y del estado del
bienestar en general.
Las reglas del hacer social con las que nos manejábamos ya
no, nos valen y entenderlo y resituarnos para afrontar los retos planteados
presuponen y suponen aplicar nuevas metodologías, nuevas soluciones para
problemas nuevos: desintermediación para la interdependencia. La libertad ya no
se contrapone a la seguridad, sino el igualitarismo a la excelencia. La
sumisión deja paso a la dependencia y el
mundo en que vivíamos ha dejado de existir para dar paso a un presente que
explicamos y resolvemos con esquemas, conceptos y soluciones caducadas, con
metodologías vencidas y rancias que dan lugar a quiebra en todos los órdenes o
ámbitos de la vida en sociedad.
Solo una demanda creativa e disruptiva permitirá avanzar y
superar este trance de incertidumbre que nos inunda. ¿Seremos capaces? De lo
contrario el cacareado posmodernismo no es sino la vanguardia de una nueva edad
media o esclerosis social (neomedia).
Francisco Anaya Berrocal, en Málaga a 1 de noviembre de
2017.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio