viernes, 3 de noviembre de 2017

¿A DÓNDE VAMOS?

¿A DÓNDE VAMOS?
La falta de conocimiento, de información, de saber usar, frena y limita el consumo de bienes y servicios de la era digital y por tanto de la buena marcha de la economía.
Si para transportarme en automóvil, aparte de tener la capacidad económica para adquirirlo, requiero de capacidad económica para costear el servicio de un conductor, estamos limitando la adquisición y tenencia de automóviles al reducir el número de compradores al incrementar la capacidad económica (poder comprar coche y chofer).
Pues esto acontece con los nuevos productos y servicios de la era tecnológica actual y su digitalización, que requiere de conocimientos, habilidades, destrezas como “aprender a aprender” que limitan el crecimiento económico por falta de demanda formada e instruida y no por capacidad económica. La capacidad adquisitiva ya no solo se mide por el dinero, sino también por la formación e instrucción en el manejo de los bienes y servicios digitales.
Así escuchamos frases, yo del teléfono solo utilizo…………………..
Asistimos  desde hace tiempo al ocaso del valor dinero en  contraposición al ascenso del valor  información  como eje vital de la sociedad en la que vivimos. Recordar como el valor dinero destituyo y sustituyo al valor tierra.
Así cualquier rumor genera soplos de pánico financiero, de retirada masiva de depósitos de cualquier entidad financiera que es derribada, es aniquilada. La gestión de la información financiera se hace básica, vital para la marcha y continuidad de la entidad financiera. Los fundamentales (datos o cuenta de resultados) no son relevantes para su pervivencia y sí, el manejo de la información financiera; el modo de comunicación se impone al modo de producción. El sistema de reserva fraccionaria y  sus coeficientes de caja  hace el resto.
Los déficits de cultura financiera, de seguros, digital….etc., en la demanda frenan dichos sectores,  frenan su crecimiento por falta de desarrollo económico y en concreto por  falta de desarrollo económico de la demanda, que no de la oferta.
 Cuando compramos hacemos una elección de candidatos de productos o servicios, de proveedores que nos suministran o abastecen ¿pero qué elementos de juicio tenemos para medir y valorar como más idóneos conforme a nuestras necesidades? Si no hay información necesaria y suficiente, los mercados no son eficientes, no siempre elegimos a los mejores, a los más competitivos. Esta asimetría en la información delata los fallos del mercado.
Otro tanto se puede decir de los mercados políticos donde también falla la demanda al no haber ciudadanos y solo votantes, cuando los hay; a riesgo de que cada vez menos decidan por más gente.
La capacidad de transmisión del conocimiento es la clave de una sociedad para desarrollarse y no repetir los errores del pasado. Conocer el pasado para comprender y entender el presente, así como para poder vislumbrar el futuro que llega.
Por otra parte cada vez hay más bienes y servicios que se sustraen al mercado, en cuanto que son abastecidos por autogeneración (mi ordenador e impresora son mi editorial) o por economía colaborativa (coches compartidos) y que por tanto se sustraen al Fisco al no ser tributables. La quiebra fiscal del Estado se ve de venir y el ocaso del estado del bienestar su indicador.
Sistemas de financiación colectiva como el crowfunding, ajenos al sistema bancario que desintermedian, acercando ahorradores y emprendedores y una banca metamorfoseada en proveedora de sistemas de pago con los días contados que delatan la quiebra del sistema financiero.
Un sistema monetario donde el yuan y las criptomonedas ponen en solfa la supremacía del dólar como moneda de último recurso delata más cambios.
Todos estos cambios en los sistemas tributarios, financieros, monetarios y la certeza de que no elegimos a los mejores hacen de la educación y la formación el instrumento posibilitador de superar esta encrucijada histórica como ocurriera en otros tiempos. Y como dijera Kant, la capacidad de soportar incertidumbre delata la inteligencia de una persona, ante tanta quiebra a la vista, como digo yo.
Hay que invertir en crear capital humano  para consumir, para amortizar el capital humano invertido para producir.
Y no nos damos cuenta que sin desarrollo educativo no habrá  demanda sostenible que posibilite empleos de calidad que son los que en último término  quienes sostengan nuestro sistema de pensiones, evitando la quiebra de la seguridad social y del estado del bienestar en general.
Las reglas del hacer social con las que nos manejábamos ya no, nos valen y entenderlo y resituarnos para afrontar los retos planteados presuponen y suponen aplicar nuevas metodologías, nuevas soluciones para problemas nuevos: desintermediación para la interdependencia. La libertad ya no se contrapone a la seguridad, sino el igualitarismo a la excelencia. La sumisión deja paso a la dependencia  y el mundo en que vivíamos ha dejado de existir para dar paso a un presente que explicamos y resolvemos con esquemas, conceptos y soluciones caducadas, con metodologías vencidas y rancias que dan lugar a quiebra en todos los órdenes o ámbitos de la vida en sociedad.
Solo una demanda creativa e disruptiva permitirá avanzar y superar este trance de incertidumbre que nos inunda. ¿Seremos capaces? De lo contrario el cacareado posmodernismo no es sino la vanguardia de una nueva edad media  o esclerosis social (neomedia).



Francisco Anaya Berrocal, en Málaga a 1 de noviembre de 2017.

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