viernes, 8 de enero de 2016

LA REFORMA PENDIENTE: EL SECTOR PÚBLICO.
La plena recuperación pasa por hacer los deberes en el sector público, habida cuenta que está pendiente su ajuste, ya que solo se ha hecho en el sector privado, donde realmente se han perdido los empleos y se han reducido las cuantías de sueldos y salarios, así como mermas en las condiciones laborales.
Pero el ajuste del sector público necesita el derribo de la partidocracia, en cuanto sus manadas o mesnadas pastan en el presupuesto público confundiéndose con el funcionariado al que alcanzan y logran, no precisamente por merito y capacidad, ni igualdad de concurrencia,  sino por lealtad partidista, que se convierte en ventaja y plaza obtenida.
Por otra parte, la aprobación de una oposición pública, basada en el conocimiento, por otra parte memorístico,  no puede suponer la perpetuidad de un empleo, porque incentiva la producción de rendimientos decrecientes en dicho puesto de trabajo, ya que no cometiendo ilegalidades, me esfuerce más o menos seguiré en el mismo. Es necesario  para la selección y contratación del empleado público junto a los conocimientos se tenga en cuenta sus competencias y habilidades. Y para ello, sería necesario una estancia previa en el sector privado,  u otros ámbitos, que permitiera posteriormente a los evaluadores medir su capacidad de trabajar en equipo, gestionar conflictos, innovar, motivación, identificación de objetivos………....así a modo de ejemplo, un profesor de Derecho Mercantil, tendría que ejercer como abogado mercantilista y solo cuando hubiera trabajado y destacado, tendría posibilidades de ser contratado como docente. Por otra parte, el paso de los años ejerciendo la función pública puede originar una merma de conocimientos y puesta al día, así como de competencias e habilidades, que requieren un control y medición de su desempeño en el puesto que ocupe.
Por otra el ajuste viene motivado por la adecuación de nuestro gasto público,  del volumen y composición de servicios públicos a nuestra renta nacional,  en términos cuantitativos y a la mejora de los procedimientos administrativos para obtener bienes y servicios públicos en términos cualitativos. No podemos gastar más de lo que se ingresa y hay que pagar lo que se debe,  así como que hay que gastar bien y optimizar dicho gasto. Debe haber un verdadero control del equilibrio presupuestario, de modo que no haya déficit y las reformas estructurales a acometer se llenen de contenido. Ya no son posibles la políticas de fomento del consumo vía endeudamiento externo, que en su día sustituyeron a las devaluaciones monetarias al ingresar en el euro. Solo cabe control presupuestario acompañado de  reformas estructurales para la dinamización y competitividad de nuestra economía y solo se ha hecho en el sector privado.
De entrada hay que redimensionar el tamaño del sector público a las nuevas condiciones de la era de las TIC. Como es posible que perdure el aparato administrativo creado en el siglo XIX, en el siglo  XXI.
Hay que separar el poder económico del poder político, como en su día se desalojo a la Iglesia del Estado. Hay que hacer desaparecer el modelo de negocio de los capturadores de rentas, que basan el éxito de su negocio en la regulación (normas, contratos, subvenciones…….), que les permite obtener ventajas comparativas,  generando una economía no competitiva que dificulta el crecimiento y el desarrollo económico. Si logramos inhabilitar este modelo de negocio, transformaremos el modelo productivo y por ende se iniciara la regeneración industrial.
Pero reformar la administración Pública, no es solo despolitizarla, de manera que no campen la partidocracia y otros grupos de presión, que saquean el erario público para beneficio de sus intereses particulares, sino también es un nuevo modelo de relación entre el Estado y sus ciudadanos y que básicamente consiste en transformar a los votantes en ciudadanos, y generar una administración inclusiva, que permita el empoderamiento vía extituciones o sea sujetos políticos activos y no pasivos. Porque solo con este modelo de instituciones se alcanzara el desarrollo económico al posibilitar el desarrollo individual y el emprendimiento. Si persiste la degeneración institucional, no habrá desarrollo económico, si persiste el Estado clientelar y no se implanta una nueva cultura político-administrativa, una nueva cultura institucional, que permita la llegada y  acceso de la cultura extitucional, no habrá desarrollo económico.
La despolitización de la Administración, pasa porque los órganos regulatorios y supervisores escapen del gobierno en cuanto a su nombramiento y su control y sean designados por la jefatura del Estado, en cuanto que están al servicio del Estado y no del gobierno.; ya que este último al interferir en ellos politiza la Administración Pública (CNMV, CNMC, AIREF, Banco de España, CGPJ,…………….).
Reformar la administración pública conlleva el establecimiento de un órgano inquisitorial que proteja a los denunciantes y establezca una policía interna de la administración pública que patrulle las calles administrativas para dar caza y captura a los delincuentes burocráticos.
Y para ello se necesita que halla en la atmosfera social española, un consenso generalizado para implementar e aplicar una escala de valores, basada en la transformación de la opacidad en transparencia, la irresponsabilidad en rendición de cuentas y la elevación de la meritocracia, para que valores como el esfuerzo, la innovación y el ahorro se impongan y eviten la esclerosis social, que genera la partidocracia, que no son más que grupos de personas organizados en partidos políticos, que extraen al resto de la sociedad recursos vía tributos, privilegios y regulación, justificándolo en el nombre del progreso, la justicia social y la democracia.
El principio motor que ha de presidir la reforma de la Administración Pública es concebirla como un conjunto de instrumentos o tecnología social que deba servir para expandir el conocimiento y la comunicación, mediante su difusión y la transparencia y la participación mediante  su funcionamiento y nunca para expandir el control de la gente o las mentes.
Hay que cambiar lo que está mal, reformar lo mejorable y regenerar lo viciado y eso solo se puede hacer, si lo hacemos todos juntos: democracia participativa.

Francisco Anaya Berrocal,  en Málaga a 7 de enero de 2016.


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