España en trance.
Saber
escuchar a la gente y no mal interpretarla, no solo es aplicable para la
obtención de un buen resultado electoral, sino también necesario para llevar
acabo pactos post electorales.
La mayoría de los españoles han votado que no
gobierne el PP de Rajoy. El PP es la lista más votada; los españoles, lo han
elegido como la lista más votada, no para que forme gobierno. Los españoles han
votado para que se forme un gobierno de coalición, habida cuenta la dispersión
del voto. Y para que se forme un
gobierno de coalición se necesita:
A) supresión de los personalismos: sobran Rajoy
y Sánchez. Se necesita crear una atmósfera
política de diálogo y consenso. (Unos nuevos pactos de la Moncloa). De modo que los
inmovilistas dejen paso a los aperturistas del régimen bipartidista.
2) creación
de un frente constitucionalista compuesto por los aperturistas de la
partidocracia (ppsoe) con la bisagra regeneracionista del sistema (Cs), para
acometer las reformas del sistema español.
3) acuerdos
básicos en materias como educación, justicia, régimen electoral,
administrativo……a modo de ejemplo no podemos seguir con un aparato
administrativo, unas estructuras de poder propias del siglo XIX, en el siglo
XXI.
4) unidad constitucionalista
frente a los partidos nacionalistas, no es que no sean determinantes o
condicionantes a la hora de formar gobierno, sino que no puedan formar parte
del frente constitucionalista referido, ya que es contra natura. La regeneración
del sistema conlleva extirpar de su seno a las fuerzas separatistas como factor
estabilizante del sistema, pues ello lleva a la propia muerte del sistema y por
ende de España (gobiernos de Psoe o PP sin mayoría con apoyos de CiU, PNV O CC).
5) unidad constitucionalista
frente a los partidos o coaliciones rupturistas del
sistema (Podemos). Si los rupturistas sustituyen a los nacionalistas como
fuerza disgregadora del sistema, no habremos hecho nada.
6) Mutar los
modos y usos de hacer política. Todo no
vale, el fin no justifica los medios y la primacía del interés general sobre el
particular, de lo público sobre lo privado y de la unidad sobre la
disgregación son incuestionables. Una vez terminada la contienda electoral, las
diversas fuerzas políticas tendrían que trabajar en equipo en régimen colaborativo
y cooperativo para resolver las necesidades ciudadanas y el bien común y no
seguir enzarzados en disputas con el objeto de obtener réditos particulares. Por
encima de todo esta España.
La cuestión
es ¿se impondrán los aperturistas del Ppsoe a sus inmovilistas? ¿Existe masa
crítica suficiente y necesaria de aperturistas?
Tal vez inmovilistas
y aperturistas de la partidocracia Ppsoe sean el anverso y reverso de la misma
moneda y no aprecien el agotamiento del sistema político español o no quieran
verlo, para así con unos retoques y otro de maquillaje, mantener y conservar sus privilegios y el
orden establecido que les permite perpetuarse.
En este
sentido la estrategia electoral de la dirección política de Cs ha coadyuvado en esta situación, al dejar la
transversalidad, “no somos ni rojos ni azules sino naranjas”, para pasar a
convertirnos en el “nuevo centro político”.
Eso implicaba dejar de ser a ideológico y por tanto abandonar
algunos de nuestros caladeros de votos que reportaba la transversalidad a ideológica y eso tiene consecuencias no solo
presentes sino futuras. Ser centro es entrar en los esquemas de la política
tradicional, en el encuadramiento que querían la partidocracia. Cs se nutre de
unas bases variopintas, de gentes que vienen del PP, Psoe, UPyD o de los que nunca han sido militantes de un
partido político, como yo, y cuyo hilo conductor es la regeneración del sistema.
No se trata de ideas ni posicionamientos políticos, sino de actitudes, de
conducta, de modos de hacer las cosas o sea pluralidad ideológica, desde el
liberalismo progresista al socialismo democrático junto a unidad de
comportamiento u conducta.
De que
sirven las diferencias ideológicas entre partidos, si luego actúan de modo análogo
para su enriquecimiento. De este hartazgo y hastío de la clase política y la política, surge
una demanda: decencia política. Y la decencia es transversal.
En definitiva
un movimiento social (ciudadanos), que para alcanzar sus fines se articulaba
por vía de un partido político (partido de la ciudadanía) que admitía diversas
formas de pensar y una sola forma de hacer o comportarse, la decente. Al posicionarnos como centro hemos
dejado de crecer al no poder ya, acceder a determinados caladeros de votos y
hemos beneficiado a la partidocracia. Esta es mi auditoria con una propuesta
clara: volver a nuestro origen transversal. Pues solo desde la transversalidad
se alcanzara la mayoría que nuestro proyecto necesita para salvar a España a la
que debemos la más fiel devotio.
Francisco Anaya
Berrocal en Málaga a 23 de diciembre de 2015.
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