miércoles, 23 de diciembre de 2015

 España en trance.
Saber escuchar a la gente y no mal interpretarla, no solo es aplicable para la obtención de un buen resultado electoral, sino también necesario para llevar acabo pactos post electorales.
La  mayoría de los españoles han votado que no gobierne el PP de Rajoy. El PP es la lista más votada; los españoles, lo han elegido como la lista más votada, no para que forme gobierno. Los españoles han votado para que se forme un gobierno de coalición, habida cuenta la dispersión del voto.  Y para que se forme un gobierno de coalición se necesita:
A)  supresión de los personalismos: sobran Rajoy y Sánchez. Se necesita crear una atmósfera  política de diálogo y consenso. (Unos nuevos  pactos de la Moncloa). De modo que los inmovilistas dejen paso a los aperturistas del régimen bipartidista.
2) creación de un frente constitucionalista compuesto por los aperturistas de la partidocracia (ppsoe) con la bisagra regeneracionista del sistema (Cs), para acometer las reformas del sistema español.
3) acuerdos básicos en materias como educación, justicia, régimen electoral, administrativo……a modo de ejemplo no podemos seguir con un aparato administrativo, unas estructuras de poder propias del siglo XIX, en el siglo XXI.
4) unidad constitucionalista frente a  los partidos nacionalistas,  no es que no sean determinantes o condicionantes a la hora de formar gobierno, sino que no puedan formar parte del frente constitucionalista referido, ya que es contra natura. La regeneración del sistema conlleva extirpar de su seno a las fuerzas separatistas como factor estabilizante del sistema, pues ello lleva a la propia muerte del sistema y por ende de España (gobiernos de Psoe o PP sin mayoría con apoyos de CiU, PNV O CC).
5) unidad constitucionalista frente  a los  partidos o coaliciones rupturistas del sistema (Podemos). Si los rupturistas sustituyen a los nacionalistas como fuerza disgregadora del sistema, no habremos hecho nada.
6) Mutar los modos  y usos de hacer política. Todo no vale, el fin no justifica los medios y la primacía del interés general sobre el particular, de lo público sobre lo privado y de la unidad sobre la disgregación  son incuestionables.  Una vez terminada la contienda electoral, las diversas fuerzas políticas tendrían que trabajar en equipo en régimen colaborativo y cooperativo para resolver las necesidades ciudadanas y el bien común y no seguir enzarzados en disputas con el objeto de obtener réditos particulares. Por encima de todo esta España.
La cuestión es ¿se impondrán los aperturistas del Ppsoe a sus inmovilistas? ¿Existe masa crítica suficiente y necesaria de aperturistas?
Tal vez inmovilistas y aperturistas de la partidocracia Ppsoe sean el anverso y reverso de la misma moneda y no aprecien el agotamiento del sistema político español o no quieran verlo, para así con unos retoques y otro de maquillaje,  mantener y conservar sus privilegios y el orden establecido que les permite perpetuarse.
En este sentido la estrategia electoral de la dirección política de  Cs ha coadyuvado en esta situación, al dejar la transversalidad,  “no somos ni rojos ni azules sino naranjas”, para pasar a convertirnos en el “nuevo centro político”. Eso implicaba dejar de ser a ideológico y por tanto abandonar algunos de nuestros caladeros de votos que reportaba la transversalidad  a ideológica  y eso tiene consecuencias no solo presentes sino futuras. Ser centro es entrar en los esquemas de la política tradicional, en el encuadramiento que querían la partidocracia. Cs se nutre de unas bases variopintas, de gentes que vienen del PP,  Psoe, UPyD o  de los que nunca han sido militantes de un partido político, como yo, y cuyo hilo conductor es la regeneración del sistema. No se trata de ideas ni posicionamientos políticos, sino de actitudes, de conducta, de modos de hacer las cosas o sea pluralidad ideológica, desde el liberalismo progresista al socialismo democrático junto a unidad de comportamiento u conducta.
De que sirven las diferencias ideológicas entre partidos, si luego actúan de modo análogo para su enriquecimiento. De este hartazgo y hastío de la clase política y la política, surge una demanda: decencia política. Y la decencia es transversal.
En definitiva un movimiento social (ciudadanos), que para alcanzar sus fines se articulaba por vía de un partido político (partido de la ciudadanía) que admitía diversas formas de pensar y una sola forma de hacer o comportarse,  la decente. Al posicionarnos como centro hemos dejado de crecer al no poder ya, acceder a determinados caladeros de votos y hemos beneficiado a la partidocracia. Esta es mi auditoria con una propuesta clara: volver a nuestro origen transversal. Pues solo desde la transversalidad se alcanzara la mayoría que nuestro proyecto necesita para salvar a España a la que debemos la más fiel  devotio.

Francisco Anaya Berrocal en Málaga a 23 de diciembre de 2015.




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