MATADORES DE SUEÑOS.
A los matadores de sueños, se les contesta con sordera.
A los matadores de sueños, le decimos que no vamos a
transformarnos, que no nos van a modificar, que seremos nosotros, percibiendo y aprendiendo, los que nos
transformaremos, porque estaremos creciendo.
A los matadores de
sueños, les decimos que no nos van a construir la realidad, ni la
van a reconstruir, porque nosotros la descubrimos y la sentimos.
A los matadores de sueños……… ¿Quiénes son? ¿Alguien los ha
visto? Parece ser, que no, pero están ahí, como si fuesen nuestra propia
sombra, como si fuésemos nosotros mismos o una mochila cargada de impotencia
que llevásemos a cuesta.
Y después de mucho tiempo, divagando durante el mismo, no encontró
la armonía, viajando sin moverse de sitio, elucubro idea tras idea, agregando y
disgregando sin ton ni son, una tras otra, para llegar a un no saber donde
estoy, ni que hago como consecuencia de escucharse cuando parlaba y
gozándola de las consecuencias que
experimentaba, se agoto quedándose dormido.
Con el dormir vino el sueño, por el que los que tenían armas
defendían la ley, la cambiaban y la restituían, en tanto los que no tenían armas, miraban para otro lado, pese a
que les afectaba y de qué modo, pero tenían hambre de manera que tenían que dedicar su tiempo al
sustento de ellos y de los otros; en tanto los otros, liberados de su
manutención, tenían tiempo para discurrir y hacerse cargo de eso, “el cargo”
para hacer y hacerse con la ley.
Y volvieron los matadores de sueños y pregunto ¿alguien lo
ha visto? Afortunadamente se le contesto, que el tiempo siempre discurría hacia adelante y que por tanto, era él, el
que le parecía que habían vuelto, pero no había retorno.
¿Podré entonces seguir soñando?
Pues claro, sino cómo,
como yo. Yo me alimento de tus sueños, si dejaras de soñar, el matador
de sueños dejaría de existir y tú dejarías de sentir.
¿y porque escondo la realidad?
Porque no te gusta
¿Y cómo me gustaría, que fuera?
De ninguna forma, no quieres lo real, porque sufres, no tienes
paz y sin paz, no hayas la verdad.
¿Cómo lo sabes?
Tú me lo has dicho.
Francisco Anaya Berrocal, en Málaga a 31 de enero de 2016.
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