CARTA A FELIPE VI, Rey de España.
CARTA
A FELIPE VI, Rey de España.
Resucitar
políticamente a los muertos con la exhumación de los restos de
Franco, no es que sea volver al guerracivilismo, pues estamos en otro
contexto histórico, pero si es matar a la Transición y por ende al
régimen de la neorestauración borbonica.
El
espíritu de conciliación y consiguiente paz que permitió la
Transición queda agotado y se plasma con dicha exhumación de los
restos de Franco en el valle de los Caídos.
Que
tenemos que avanzar y cambiar lo que está mal, no cabe la menor
duda.
El
problema no es lo que se hizo en la transición, sino lo que vino
después, una vez que el ejercito deja de ser un poder fáctico (23
de febrero de 1981).
La
reforma constitucional se tiene que hacer pasando página del valle
de los caídos, de que el pasado no tiene futuro y de que no se puede
instrumentalizar para “el ahora presente”.
Lo
que no es admisible es que la reforma constitucional se base en que
Cataluña y Basconia hablen de tú a tú a España y eso se quiera
encajar constitucionalmente.
Un
proyecto de vida en común que no sea igualitario no es admisible por
el resto de España. El Flat no puede seguir siendo un cupo catalán
disfrazado. La reforma constitucional no puede consistir en mantener
las asimetrías entre territorios. Porque si en eso consiste la
reforma, España es cuando se rompe.
Para
evitar el drama que se nos viene encima, la jefatura del Estado tiene
que ejercer como tal y no esta diseñada para ello. Ser rey ya no es
hacer, lo que hacía su padre (el modelo canovista murió con el
23F), sino ser supervisor y garante de la división de poderes. El
poder del estado difiere del poder del gobieno, permanece mientras el
gobierno cambia y ha de supervisar las instituciones que teoricamente
han de fiscalizar y supervisar al gobierno en términos ejecutivos,
que no legislativos.
Las
cosas han cambiado y la monarquía como símbolo y representación
morirá sino asume su papel ejecutivo de poder del Estado.
La
Corona para su pervivencia requiere diseñar una reforma
constitucional informada por la homogeneidad y simetría de personas
y territorios, así como nacionalizar al Estado (ortega y gasset) o
sea liberarlo de los intereses espurios y particulares por lo que
está secuestrado.
Los
privilegiados, ya sean territorios o personas, no solo lucharan por
mantenerlos, sino por amplificarlos y entonces habrá que pagarles la
factura sin haber caudales para ello, rompiéndose por agotamiento
fiscal y agotamiento espiritual. El agotamiento espiritual no
consiste solo en españoles que quieren dejar de serlo
(nacionalistas catalanistas y vascos), sino también en los españoles
que desean que esos españoles separatistas dejen de ser españoles,
que no quieren pagarle la factura, que manifiestan que los derechos
los tienen y los sostienen las personas y no los territorios, que el
proyecto de vida en común debe estar fundamentado en una simetría
fiscal y no en una unidad de mercado para lo que me conviene. Si la
jefatura del Estado no percibe esta lectura social, sino es capaz de
nacionalizar el Estado y liberarlo de intereses particularistas ,
cavara su propia tumba.
Un
destino histórico de siglos de convivencia, de milenios como España
es no puede ser roto por una moda pasajera de nacionalismos
separatistas en un contexto internacional de integración
supranacional.
Su
bisabuelo marcho para evitar un derramamiento de sangre, que
finalmente se produjo; no puede contentar a todos, elija, le respalda
el aliento de los leales a España.
Francisco
Anaya Berrocal en Málaga a 6 de julio de 2018.
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