CUANDO EL PRECIO DEL
DINERO ES CERO.
La riqueza no se crea fabricando billetes, sino produciendo
bienes y servicios que demanda el mercado para cubrir sus necesidades.
El dinero es la representación de esa riqueza creada. Cuando
se fabrica dinero (billetes, monedas, cuentas a la vista, depósitos………..en manos del público) que
excede con creces la riqueza creada, se produce especulación, que cuando se
descubre, explota y deja de tener esa capacidad de representación. Y lo deja,
porque la gente deja de creer en ese valor, en ese valor de representación. De modo que
cuando se deja de creer, se deja de crear y de crear riqueza al caso concreto
que me refiero. Nuestro sistema monetario está basado en el patrón-confianza.
Hay gentes que creen, alimentadas por demagogos, que la
riqueza es estática y por tanto se puede repartir atendiendo a criterios
políticos, de política redistributiva de rentas, sin apreciar o medir, ni
valorar que la riqueza es dinámica, que se crea y se destruye, de que dichas políticas tienen limites.
Se crea por emprendedores y se destruye por políticos
demagogos y capturadores de rentas, que creen y/o hacen creer que todo el monte es orégano y
hablan y hablan……………de renta básica garantizada, de subvenciones, de
ayudas,…………… ..………….de derechos de no sé qué y de derechos de no sé
cuanto………que lo que hacen es encubrir el control de las masas, en ese rum rum de reparto de beneficios “aparentes” que solo
existen en el cortoplacismo. En ese escenario decrecen los productores y
los que quedan, tienen que mantener a mayor número de parásitos que genera el
sistema.
Esto conlleva la crisis fiscal del Estado, que posibilita la
desprotección del sistema por la devastación de la crisis.
Si el dinero se hace oxidable de modo que no trae cuenta
ahorrar, porque dicho ahorro supone una merma o minusvalía patrimonial,
acabamos con la fuente de suministro de la inversión y al acabar con esta, la
inversión, acabamos con la generación de
riqueza. Repito si el grano que reservamos para simiente de la próxima cosecha
no lo valoramos, no lo apreciamos, no lo almacenamos, se pudrirá y no habrá próxima cosecha, sino
hambruna.
Si adulteramos el valor del dinero, fijando tipo de interés
cero por volumen de emisión
gigantesco para tragar y digerir
toda la deuda pública emitida, deja de ser un depósito de valor, en un activo y se convierte en un activo oxidable y depreciable, en un
escenario inflacionario o constante, no deflacionario. Pero no solo ello, sino que
deja de ser unidad de cuenta, como medida de valor y medio de cambio o pago, al
dejar de ser el intermediario eficaz para el intercambio al suministrar
información errónea.
La oferta monetaria se tiene que definir y regir por el
mercado y no por una autoridad central que la planifique, su volumen o su precio o tipo de interés. E
igual acontece con el gasto público, cuyo volumen y composición lo tiene que
fijar y regir el mercado económico de
contribuyentes y no el mercado político o de votantes. Dicho de otra manera, tú
decides, parasito, que se hace con el
dinero que gana el productor.
Francisco Anaya Berrocal en Málaga a 12 de marzo de 2016.
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