domingo, 13 de marzo de 2016

 CUANDO EL PRECIO DEL DINERO ES CERO.
La riqueza no se crea fabricando billetes, sino produciendo bienes y servicios que demanda el mercado para cubrir sus necesidades.
El dinero es la representación de esa riqueza creada. Cuando se fabrica dinero (billetes, monedas, cuentas a la vista,  depósitos………..en manos del público) que excede con creces la riqueza creada, se produce especulación, que cuando se descubre, explota y deja de tener esa capacidad de representación. Y lo deja, porque la gente deja de creer en ese valor,  en ese valor de representación. De modo que cuando se deja de creer, se deja de crear y de crear riqueza al caso concreto que me refiero. Nuestro sistema monetario está basado en el patrón-confianza.
Hay gentes que creen, alimentadas por demagogos, que la riqueza es estática y por tanto se puede repartir atendiendo a criterios políticos, de política redistributiva de rentas, sin apreciar o medir, ni valorar que la riqueza es dinámica, que se crea y se destruye, de que dichas políticas tienen limites.
Se crea por emprendedores y se destruye por políticos demagogos y capturadores de rentas, que creen  y/o hacen creer que todo el monte es orégano y hablan y hablan……………de renta básica garantizada, de subvenciones, de ayudas,…………… ..………….de derechos de no sé qué y de derechos de no sé cuanto………que lo que hacen es encubrir el control de las masas,  en ese rum rum de  reparto de beneficios “aparentes” que solo existen en el cortoplacismo.   En ese escenario decrecen los productores y los que quedan, tienen que mantener a mayor número de parásitos que genera el sistema.
Esto conlleva la crisis fiscal del Estado, que posibilita la desprotección del sistema por la devastación de la crisis.
Si el dinero se hace oxidable de modo que no trae cuenta ahorrar, porque dicho ahorro supone una merma o minusvalía patrimonial, acabamos con la fuente de suministro de la inversión y al acabar con esta, la inversión,  acabamos con la generación de riqueza. Repito si el grano que reservamos para simiente de la próxima cosecha no lo valoramos, no lo apreciamos, no lo almacenamos,  se pudrirá y no habrá próxima cosecha, sino hambruna.
Si adulteramos el valor del dinero, fijando tipo de interés cero por volumen de emisión  gigantesco  para tragar y digerir toda la deuda pública emitida, deja de ser un depósito de valor,  en un activo y se convierte en  un activo oxidable y depreciable, en un escenario  inflacionario o constante,  no deflacionario. Pero no solo ello, sino que deja de ser unidad de cuenta, como medida de valor y medio de cambio o pago, al dejar de ser el intermediario eficaz para el intercambio al suministrar información errónea.
La oferta monetaria se tiene que definir y regir por el mercado y no por una autoridad central que la planifique,  su volumen o su precio o tipo de interés. E igual acontece con el gasto público, cuyo volumen y composición lo tiene que fijar y regir el mercado económico  de contribuyentes y no el mercado político o de votantes. Dicho de otra manera, tú decides, parasito,  que se hace con el dinero que gana el  productor.

Francisco Anaya Berrocal en Málaga a 12 de marzo de 2016. 

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