sábado, 18 de febrero de 2017

EFICIENCIA ECONÓMICA, EQUIDAD SOCIAL.

EFICIENCIA ECONÓMICA, EQUIDAD SOCIAL.
Trabajo, lo que se dice trabajo, sí que hay y mucho, en cuanto que hay muchas cosas por hacer; lo que no hay es empleo o trabajo homologado y en consonancia con nuestra legislación laboral. El factor trabajo para que sea  atractivo para las empresas implica su deshumanización y tratarlo como una mercancía más.
El hecho cierto es que conforme la legislación laboral se ha flexibilizado en parte, se ha creado empleo; que es de mala calidad, que es temporal, que es precario…..cierto es, como también es cierto que es empleo y eso no es moco de pavo, al menos es mejor que el paro.
El empleo mirado desde los estándares tradicionales desaparece porque vivimos en otra sociedad diferente, pero que retiene esos estándares y ya no son posible por la fuerza de los hechos. Queramos o no la globalización seguirá avanzando y no para desde que Colón descubrió las Indias y en  ese escenario mundial se sobrepone y sobreactúa sobre nuestro legislador laboral y el concierto político interno,  que lo posibilita.
La retribución del trabajo para que se convierta en empleo requiere que su cuantificación venga determinada por su capacidad de generar valor (plusvalía). Los acuerdos fijados en convenio colectivo, por normativa…por cualquier modo político y que en cualquier caso no obedecen al mercado conducen a no repartir el trabajo de todos, para privilegiar el empleo de una fracción.
La riqueza no es fija o estática sino todo lo contrario es volátil, portátil y su dinamismo le lleva a emigrar al sol donde más calienta y en un escenario mundial más interconectado e interdependiente esa portabilidad crece y con ello el trabajo traducido en empleo.
No solo vuela el capital, sino también el trabajo. La competencia en los mercados acarrea esta situación, que es deplorable para quien la sufre.
Los hijos no tendrán nunca la estabilidad laboral de sus padres, ni gozaran del bienestar y confort de sus padres, pese a una mayor y mejor formación que ellos. Pero no poseen una mayor y mejor formación que los jóvenes de otros lares y será con ellos con los que tendrán que competir en dichos mercados.
La tentación de combatir esta situación, de combatir la desigualdad que produce este sistema mediante el reparto de la riqueza generada es obvia y los sufridores del sistema comprarán esa boleta política y en la medida que crezcan en número su fuerza será mayor y con ello el populismo, como modo de comportamiento político  que combate a la razón con el sentimiento y la emoción (psicología de masas de los totalitarismos).
Lo difícil es combatir esta situación no combatiendo la desigualdad, sino combatiendo la pobreza y me explico. De lo que realmente se trata es de incrementar la tarta (crear riqueza). Y esto se hace repartiendo esfuerzos, para luego poder repartir frutos.
La desigualdad de reparto de frutos cuando procede de la desigualdad de esfuerzos es una diferencia igualizadora y por tanto equitativa.
La pobreza que genera el sistema se combate creando riqueza y no repartiendo pobreza. Para dicha generación de riqueza se necesita establecer las condiciones necesarias y suficientes para su fecundación y desarrollo y ello pasa por crear incentivos y estímulos en esa dirección y no en la confiscación de los frutos.
Dicho esto repartir los esfuerzos implica que las personas físicas sean tratadas igual que las personas jurídicas y así, si hay progresividad tributaria lo sea para cualquier tipo de persona; de lo contrario habrá incentivos para mudarse al sol que más calienta o sea crear sociedades para pagar menos al Fisco y eso no es repartir esfuerzos.
Repartir esfuerzos es no poner trabas a las transferencias de propiedad de capital o patrimonio cuando tengan su origen en la adquisición de herencias y legados porque ello implica su amortización o imposibilidad de reproducción del capital familiar o sea supresión del impuesto de sucesiones o confiscación por sucesiones frente a la no sujeción del capital corporativo y demás personas jurídicas.
Repartir esfuerzos es aplicar las mismas restricciones horarias al comercio,  que  hay en banca o en la administración pública ¿Por qué esa doble vara de medir?
Repartir esfuerzos es diagnosticar asimetrías y suprimirlas, porque no solo es equidad social, sino también es eficiencia económica y entonces por la fuerza de los hechos esos trabajos que se traducen en empleos deficientemente  remunerados mejorarán  y nos permitirá tener y sostener una sociedad más cohesionada y más fuerte para avanzar.
Necesitamos eficiencia en lo económico pero equidad en lo social para combatir la pobreza.





Francisco Anaya Berrocal, en Málaga a 18 de febrero de 2017.

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