Separando votos de dineros
Separando votos
de dineros.
A menudo se
confunde democracia con dictadura de la mayoría; de manera que cuando se vota
lo que más conviene individualmente a sabiendas que no es el interés general,
pero puesto que nuestro voto pertenece al grupo mayoritario, la elección
democrática camufla la dictadura de la mayoría y ello es resultado de una
elecciones conformadas por votantes, que no ciudadanos, que deciden en función
de intereses particulares y no generales. Y así estos votantes se dedican a decidir
que se hace con el dinero de los contribuyentes, hace que se legitime que
estos,- los contribuyentes -busquen cauces para poner a buen recaudo sus
intereses, de manera que los mercados se entrometen y condicionan el devenir
político.
¿Pero que son,
los mercados? Algunos ingenuos creen que son un puñado de capitalistas de Wall
Street o de Londres. Pero los mercados son millones de personas que votan con bolsas de dinero, día a día
y son muchos y deciden o votan que hacen con su dinero, si compran, si
venden o no hacen nada y no están dispuestos que los que” votan con voto “decidan
que se hace con su dinero. Porque los
que votan con voto, solo pueden votar lo que le
es propio y circunscrito a su ámbito de actuación y que no es otro, que
lo público o sea los bienes públicos y esta actividad pública se tienen que
dedicar a producir bienes y servicios públicos, pero no privados. Y la
diferencia fundamental entre bienes públicos de bienes privados estriba que el goce
y beneficio de un bien público por parte de una persona en su rol de ciudadano
no excluye el disfrute de los mismos a terceros, en tanto que el consumo o uso de bienes o servicios privados en su
rol de consumidor u usuario sí.
Los bienes
privados dependen de la demanda efectiva o sea de la necesidad o deseo más la
capacidad de pago, midiendo al usuario por la cantidad de dinero que dispone
calculando sus costes por una metodología de pérdidas y ganancias en tanto que
los bienes públicos dependen de la demanda política o sea de su necesidad o deseo
más su capacidad de voto cuya medición
de usuario está determinada por
su pertenencia a un grupo socio-político de votantes y los costes se obtienen
por metodología presupuestaria.
Cada grupo
sociopolítico de votantes procurara obtener distribuciones de renta que le sean
beneficiosas aunque perjudiquen el conjunto total y de este modo suplir su falta de” demanda efectiva” con “demanda
política” y así obtener bienes y servicios que trabajando no gozarían pero
votando, si son del grupo ganador, sí. Se produce entonces una transgresión de
la equidad entre sector público y sector privado y dentro del sector privado entre los que
dependen de la demanda pública y los que dependen de la demanda privada. Así un fabricante de legumbres cocidas que
venda en cuarteles, asilos, …y demás instituciones públicas querrá presupuestos públicos expansivos en tanto que
otro que los venda a hoteles y supermercados, querrá presupuestos públicos
restrictivos, en cuanto que entonces sus clientes tendrán más renta disponible.
En definitiva políticas socialdemócratas o neoliberales esconden y camuflan
intereses concretos y determinados que con el rumrum de las políticas y las ideologías engañan a
la gente.
La separación
de mercados y política pasa por la separación de bienes públicos de bienes
privados; pasa porque el dinero público se destine a financiar bienes y
servicios públicos, que no privados, pues para eso ya están las empresas
privadas y los mercados. Que cada uno en su redil, ya que de este modo no se genera el caldo de
cultivo necesario para la corrupción como consecuencia y efecto de la
politización de las instituciones que consiste en la mercantilización de la
actividad pública orquestada por la partidocracia que permuta mordidas por
contratos o sea la venta de sus derechos como prescriptor de las administraciones públicas ya sea como comprador o vendedor.
La intromisión
es mutua y continua de modo que se organiza todo un entramado laberíntico que
conforma una superestructura jurídico-política
e institucional que vicia la política y distorsiona los mercados y la
economía en general. A modo de ejemplo ahora asistimos a una expansión monetaria sin igual en la
historia que origina un tipo de interés casi cero, pero que no refleja el
volumen de ahorro de la economía con lo cual se envía una información
distorsionada al mercado (el precio del dinero) para los que tienen que tomar decisiones de inversión y consumo
ya sean privadas o públicas. No les cuento lo que se va armar cuando salga a la
luz que el saneamiento de los activos tóxicos de los balances de bancos y demás
compañías de la economía financiera se
ha saldado con más toxicidad al emitirse
dinero sin valor o fundamento real.
Las
intromisiones son continuas y así, se
confunde pobreza con desigualdad, queriendo arreglar la
pobreza a base de igualitarismo y con ello llevando políticas correctoras para
suprimir la desigualdad, cuando a lo sumo lo que podemos aspirar es a
diferencias igualitarias y en todo caso combatir la pobreza con crecimiento
económico sustentado en desarrollo tecno científico y no en la amplificación de mercados. O sea cuando el
crecimiento deriva no del aumento poblacional, si no del aumento de consumo por
persona (desarrollo económico).
Antaño, en el
pasado, al objeto de evitar los ciclos bruscos de altas y bajas en la economía
capitalista, con las perturbaciones sociales y políticas que conllevaban, se
fueron ideando y poniendo en práctica instrumentos y mecanismos correctores de mercado, que en vez de corregir los defectos del sistema,
lo que hacen es agravarlos en número e intensidad, de modo que se precisa la eliminación de los mismos y establecer
otra estructura regulatoria por la que la economía de mercado como sistema de
fijación de precios no se halle distorsionada y manipulada por el entramado político y refleje la
realidad de los mercados como sistema de información fidedigno para la toma de
decisiones de inversión tanto privadas como públicas.
Una nueva
estructura regulatoria por la que los que hacen mal su trabajo y no son
eficientes son expulsados del mercado y no premiados; véase el caso de la
banca y a escala planetaria.
En definitiva
tenemos que sustituir a los que hacen como que pagan, cuando el dinero no es
suyo, así como a los que hacen como que trabajan cuando no sudan. Y lo tenemos
que hacer, ya.
Francisco Anaya
Berrocal
Málaga a dos de
abril del año dos mil quince.