jueves, 29 de julio de 2021

FALACIA

 

FALACIA

El historiador es un periodista del pasado que le hace preguntas a los muertos y se inventa las respuestas conforme a modelos que tienen su génesis en la metodología inductiva.

El periodista cuando narra un suceso, no sabe el desenlace final en cuanto no ha pasado el tiempo suficiente; en cambio el historiador cuenta con el tiempo suficiente, que le permite observar y apreciar patrones en múltiples sucesos, que se repiten en diversos lugares y épocas y que le permiten definir reglas que dan respuesta a las preguntas planteadas. No obstante, cuando ya sabíamos las respuestas, nos cambiaron las preguntas (Benedetti).

Y es que aunque conozcamos lo que sabemos y conozcamos lo que no sabemos, desconocemos parte de lo que no sabemos y es ese componente el que impide predecir con rigor.

El futuro no se puede predecir porque no se puede adivinar lo que no está todavía creado. Solo podemos crear el futuro, haciendo cosas; si nos dedicamos a repartir lo creado pero no creamos, nos quedamos sin futuro y eso, precisamente eso es el socialismo: repartir sin crear. Matizo repartir frutos, que no es lo mismo que repartir sudores.

La naturaleza histórica al igual que acontece con la naturaleza física se la domina, respetándola, obedeciendo sus reglas. El devenir del curso histórico no procede de los deseos de la humanidad, las cosas no son como queremos que sean y nuestros deseos son solo un factor entre otros, lo que determina el suceder o cambio histórico. Así el deseo de repartir lo que no se ha creado se concreta en repartir mentiras. Cuando tu repartes billetes, ahora electrónicos (expansión monetaria), repartes estafa, repartes mentira y el valor pecuniario de la mentira conforme se va descubriendo tiende a cero a diferencia de la expansión cuantitativa que visto lo visto tiende al infinito. En esta situación las contradicciones se aglomeran y la crisis monetaria se avecina.

Que les paso al imperio romano o al imperio español por no comentar otros, que engañaban el valor de su moneda, se engañaban a sí mismos y con el deterioro de su moneda llegaba el deterioro de su imperio, el deterioro de su sociedad y ahora pasa igual (regla histórica). Esto es predecible, ya que forma parte de lo que sabemos.

El dinero es un instrumento para transferir valor y cuando la contraparte descubre que es falso, que no cree en su valor, la transferencia no se produce. Si el Estado u otro poder impone la transferencia, el intercambio no es voluntario, sino confiscatorio y para la próxima, la contraparte buscará la descentralización, escapando del Fisco, no querrá terceros de confianza. El dinero no es solo unidad monetaria para intercambios y almacenamiento (anverso), es también unidad de información(reverso) y todas estas funciones no las otorga el Estado, sino la creencia y confianza del público.

El engaño monetario se descubre, cuando se percibe que no vivimos en una sociedad capitalista, pues es estas se produce acumulación de capital y en las sociedades que vivimos se produce acumulación de deuda agravada por la expansión monetaria. Toda la estructura financiera de la sociedad, aunque los bancos centrales sean privados (la mayoría son públicos) es socialista y lo es porque el volumen de dinero o tipo de interés lo fija la autoridad monetaria o el gobierno y no el libre juego de las fuerzas del mercado (oferta y demanda). Pero si vamos a la estructura económica de la sociedad, el peso de la actividad de todas las administraciones públicas es entre un tercio y la mitad de todo el PIB y no hace falta decir, que el volumen y composición de bienes y servicios públicos y privados que proporciona el Estado no se rige por la oferta y la demanda, sino por criterios políticos osea no es el dinero, sino el voto, el que lo determina.

¿y como podemos llamar a todo esto sociedad capitalista? Mediante el engaño y no hay mejor cárcel, que la que no tiene barrotes, creyéndote libre. La libertad es ignorancia para elegir entre diversas alternativas; cuando sabes la opción correcta, no hay elección a lo sumo selección.

Vivir en una sociedad capitalista implica ejecutar políticas públicas pro mercado. Fijar SMI, topes a los alquileres o determinar tipos de interés separados del volumen de ahorro…….es querer vivir en una sociedad capitalista ejecutando políticas públicas anti mercado, es vivir en la falacia hablando del derecho a elegir, las libertades y la maldad del capitalismo.


Francisco Anaya Berrocal, en Málaga a 28 de julio de 2021.