LA REFORMA PENDIENTE: EL SECTOR PÚBLICO.
La plena recuperación pasa por hacer los deberes en el
sector público, habida cuenta que está pendiente su ajuste, ya que solo se ha
hecho en el sector privado, donde realmente se han perdido los empleos y se han
reducido las cuantías de sueldos y salarios, así como mermas en las condiciones
laborales.
Pero el ajuste del sector público necesita el derribo de la
partidocracia, en cuanto sus manadas o mesnadas pastan en el presupuesto
público confundiéndose con el funcionariado al que alcanzan y logran, no
precisamente por merito y capacidad, ni igualdad de concurrencia, sino por lealtad partidista, que se convierte
en ventaja y plaza obtenida.
Por otra parte, la aprobación de una oposición pública,
basada en el conocimiento, por otra parte memorístico, no puede suponer la perpetuidad de un empleo,
porque incentiva la producción de rendimientos decrecientes en dicho puesto de
trabajo, ya que no cometiendo ilegalidades, me esfuerce más o menos seguiré en
el mismo. Es necesario para la selección
y contratación del empleado público junto a los conocimientos se tenga en
cuenta sus competencias y habilidades. Y para ello, sería necesario una
estancia previa en el sector privado, u
otros ámbitos, que permitiera posteriormente a los evaluadores medir su
capacidad de trabajar en equipo, gestionar conflictos, innovar, motivación,
identificación de objetivos………....así a modo de ejemplo, un profesor de Derecho
Mercantil, tendría que ejercer como abogado mercantilista y solo cuando hubiera
trabajado y destacado, tendría posibilidades de ser contratado como docente.
Por otra parte, el paso de los años ejerciendo la función pública puede
originar una merma de conocimientos y puesta al día, así como de competencias e
habilidades, que requieren un control y medición de su desempeño en el puesto
que ocupe.
Por otra el ajuste viene motivado por la adecuación de
nuestro gasto público, del volumen y
composición de servicios públicos a nuestra renta nacional, en términos cuantitativos y a la mejora de los
procedimientos administrativos para obtener bienes y servicios públicos en
términos cualitativos. No podemos gastar más de lo que se ingresa y hay que
pagar lo que se debe, así como que hay
que gastar bien y optimizar dicho gasto. Debe haber un verdadero control del
equilibrio presupuestario, de modo que no haya déficit y las reformas
estructurales a acometer se llenen de contenido. Ya no son posibles la
políticas de fomento del consumo vía endeudamiento externo, que en su día
sustituyeron a las devaluaciones monetarias al ingresar en el euro. Solo cabe
control presupuestario acompañado de
reformas estructurales para la dinamización y competitividad de nuestra
economía y solo se ha hecho en el sector privado.
De entrada hay que redimensionar el tamaño del sector
público a las nuevas condiciones de la era de las TIC. Como es posible que
perdure el aparato administrativo creado en el siglo XIX, en el siglo XXI.
Hay que separar el poder económico del poder político, como
en su día se desalojo a la Iglesia del Estado. Hay que hacer desaparecer el
modelo de negocio de los capturadores de rentas, que basan el éxito de su
negocio en la regulación (normas, contratos, subvenciones…….), que les permite
obtener ventajas comparativas, generando
una economía no competitiva que dificulta el crecimiento y el desarrollo
económico. Si logramos inhabilitar este modelo de negocio, transformaremos el
modelo productivo y por ende se iniciara la regeneración industrial.
Pero reformar la administración Pública, no es solo
despolitizarla, de manera que no campen la partidocracia y otros grupos de
presión, que saquean el erario público para beneficio de sus intereses
particulares, sino también es un nuevo modelo de relación entre el Estado y sus
ciudadanos y que básicamente consiste en transformar a los votantes en
ciudadanos, y generar una administración inclusiva, que permita el
empoderamiento vía extituciones o sea sujetos políticos activos y no pasivos.
Porque solo con este modelo de instituciones se alcanzara el desarrollo
económico al posibilitar el desarrollo individual y el emprendimiento. Si
persiste la degeneración institucional, no habrá desarrollo económico, si
persiste el Estado clientelar y no se implanta una nueva cultura
político-administrativa, una nueva cultura institucional, que permita la
llegada y acceso de la cultura
extitucional, no habrá desarrollo económico.
La despolitización de la Administración, pasa porque los
órganos regulatorios y supervisores escapen del gobierno en cuanto a su
nombramiento y su control y sean designados por la jefatura del Estado, en
cuanto que están al servicio del Estado y no del gobierno.; ya que este último
al interferir en ellos politiza la Administración Pública (CNMV, CNMC, AIREF,
Banco de España, CGPJ,…………….).
Reformar la administración pública conlleva el
establecimiento de un órgano inquisitorial que proteja a los denunciantes y
establezca una policía interna de la administración pública que patrulle las
calles administrativas para dar caza y captura a los delincuentes burocráticos.
Y para ello se necesita que halla en la atmosfera social
española, un consenso generalizado para implementar e aplicar una escala de
valores, basada en la transformación de la opacidad en transparencia, la
irresponsabilidad en rendición de cuentas y la elevación de la meritocracia,
para que valores como el esfuerzo, la innovación y el ahorro se impongan y
eviten la esclerosis social, que genera la partidocracia, que no son más que
grupos de personas organizados en partidos políticos, que extraen al resto de
la sociedad recursos vía tributos, privilegios y regulación, justificándolo en
el nombre del progreso, la justicia social y la democracia.
El principio motor que ha de presidir la reforma de la
Administración Pública es concebirla como un conjunto de instrumentos o
tecnología social que deba servir para expandir el conocimiento y la
comunicación, mediante su difusión y la transparencia y la participación
mediante su funcionamiento y nunca para
expandir el control de la gente o las mentes.
Hay que cambiar lo que está mal, reformar lo mejorable y
regenerar lo viciado y eso solo se puede hacer, si lo hacemos todos juntos:
democracia participativa.
Francisco Anaya Berrocal,
en Málaga a 7 de enero de 2016.