miércoles, 28 de marzo de 2018

La huelga de los votantes.


La huelga de los votantes.

El problema de España no son las autonomías, no es la estructura político-administrativa existente; no es un problema de estructura sino de funcionamiento.
Haber, Alemania con una estructura  política y administrativa más descentralizada y con un consiguiente mayor número de niveles administrativos funciona bien. Y funciona bien en cuanto que el despilfarro, las duplicidades y sobre todo la corrupción no tienen cabida. Y es eso: despilfarro, duplicidades y corrupción lo que caracteriza el funcionamiento de nuestras administraciones públicas y no solo la autonómica, sino también las locales y central.
No se trata de cambiar el modo organizativo, que es ciertamente mejorable, sino de cambiar o mejor dicho regenerar su funcionamiento, su modo de operar, de producir y distribuir bienes y servicios públicos. El sentido común, la diligencia y el buen hacer tienen que imponerse al despilfarro, duplicidad y corrupción.
¿Pero cómo se soluciona esto? En teoría todo el mundo está de acuerdo, ¿pero cómo? La respuesta es la erradicación de la injerencia externa procedente de los partidos políticos, que devoran los  presupuestos  públicos  para pasto de sus mesnadas al convertirse en agencias de colocación de empleo y de mediación y comisión de negocios.
Del mismo modo que hubo una época en la historia de España que era necesario separar el poder de la Iglesia en el Estado, en cuanto que era un poder dentro del Estado, incardinado en el Estado; hoy se hace necesario separar el poder  de los partidos políticos  del poder del Estado. Se hace necesario  que los partidos políticos no solo se financien con las cuotas de sus afiliados y no de las de sus votantes, sino que también tengan estructuras internas que funcionen democráticamente, que sean asociaciones políticas filantrópicas donde el interés general prima sobre el interés particular. Ese modo de funcionamiento interno viciado, luego se exporta a las administraciones públicas, cuando las ocupan y las colonizan tras su victoria electoral.
Pero ellos no se van hacer el harakiri, no se van a autodestruir, tiene que ser la sociedad civil, la que se auto empoderé para su regeneración.
La experiencia democrática de la sociedad española, tras 43 años de neo restauración borbónica la hace incrédula a tenor del comportamiento de su clase política, de su sistema político de partidos políticos, sabedora que no resuelve sus problemas, pero si resuelve el bienestar de ellos como casta política que son. Y el primero el señor Pablo Iglesias.
Esta incredulidad, este hartazgo de lo político y de los políticos propicia una atmosfera social para el advenimiento del resurgimiento civil, del empoderamiento de la ciudadanía. Del hecho de que la política es muy importante, de que nos afecta mucho en nuestro quehacer cotidiano y de que por ello, no la podemos dejar en manos de los de siempre, en donde incluyo a los nuevos actores, de que tenemos que participar, de que tenemos que involúcranos y des intermediar la política. De que sabedores, de que los partidos políticos no van arreglar nada, de que ellos son gran parte del problema, tenemos que tomar conciencia de que lo que no hagamos nosotros no lo harán ellos.
Por todo ello sino votamos, si hacemos una huelga de votantes que no votan, acabamos con esta gente, acabamos con este sistema político agotado y pasamos página en la historia de España. Sabed que ellos sin voto no son nada y por ello te pedirán el voto, tú voto.
El darse cuenta orteguiano, que buena medicina social es.

Francisco Anaya berrocal, en Málaga a 28 de marzo de 2018.

viernes, 23 de marzo de 2018

SUEÑO


SUEÑO
Hoy he soñado que el mundo era tal como lo había soñado. Que era tal como lo había escrito, tal como había reinventado la Historia, ya que me dedico, en mis imaginarias a modificar el curso de la Historia, según mi idealismo. Pero me desperté y quería seguir soñando, ya que no me gustaba lo que veía, lo que sentía, lo que acontecía al mí alrededor. ¿Cómo podía cambiarlo? Soñando tal vez. ¿Podemos cambiar el curso histórico o inevitablemente se producirá? ¿Es la voluntad de dominar la Historia, de la realidad que nos envuelve, la condición necesaria para abatir el curso histórico? O por el contrario ¿es la noluntad, la clave?
El no hacer nada y permitir, que se desarrollen en su plenitud las contradicciones del sistema en que vivimos, para así, poder pasar a otro estadio histórico, de modo que el tiempo no pase sino que de vueltas en redondo como decía el autor de “los Buendía”. Pero entonces será dejar de soñar y soñar es vivir plenamente y lo contrario vegetar.
Una voluntad firme y férrea. Una determinación inquebrantable, nos dota para seguir, para luchar y combatir a los secuestradores de ilusiones, a los matadores de sueños. Seguir hasta el final de los tiempos, que nos alumbre el recomienzo de la historia.
Y es que el Quijote, me pierde y disloca, esta cabeza mía.


Francisco Anaya Berrocal, en Málaga a 23 de marzo de 2018.


viernes, 16 de marzo de 2018

Réquiem por los que van a votar.


Réquiem por los que van a votar.
Soy demócrata, pero no quiero Democracia. Y no la quiero porque no se dan las bases necesarias y suficientes para que se produzca una Democracia real.
Al no darse dichas bases, la democracia se muta en un modelo ideal, (como la competencia perfecta en economía) dejándonos la Demagogia y sus manifestaciones como los populismos. La Demagogia es una Democracia profanada, prostituida y violada y otra de sus manifestaciones en versión oficialista: la Timocracia. La Timocracia emplea la misma metodología que el Populismo, pero no aspira a derribar y sustituir el entramado político sobre el que opera.
La célula básica de la Democracia es el ciudadano y si este no se da, la Democracia no existe. Ciudadano no es igual a Votante; el ciudadano es un sujeto político activo, que no pasivo, que ejerce sus derechos, pero que también ejerce sus obligaciones y no olvidemos esto último. Ciudadano es preguntarse qué puedo yo hacer por mi patria, por mi país, que puedo hacer yo por mi ciudad, por mi barrio. En cambio el votante es el que ofrece su voto al mejor postor político; el político le promete dar a cambio de su voto un “no sé qué”.
Necesitamos ciudadanos para tener como clase política a  demócratas y no a demagogos. La clase política es la expresión de la sociedad en ese ámbito y si la gente no es mejor, los políticos tampoco.
La Democracia es un instrumento para alcanzar la paz,  un medio para llegar a la verdad. Cuando la Democracia se convierte en un fin es el inicio de su vulneración y consiguiente prostitución. Es entonces cuando los programas electorales dejan de ser un vehículo para transformar la sociedad en una dirección dada y se convierten en un medio para ganar elecciones y es entonces cuando se pregonan y difunden para no cumplirlos.
En ese escenario, reconquistar o redescubrir el estado de derecho es esencial; el que sea democrático y social es suplementario y prescindible. Lo importante no es que la norma sea democrática, que sea elegida; lo verdaderamente importante es que sea aplicada a todos y cuando digo a todos, son todos.
Al vecino de tu calle le trae sin cuidado si circulamos por la derecha o por la izquierda; circularemos por donde se haya convenido. Lo realmente importante es que el que infrinja la norma sea castigado, sea sancionado y que en dicha aplicación punitiva no haya asimetrías o sea que no haya privilegios por los cuales unos se van impugnes y otros son sancionados.  Y no me refiero cuando hablo de normas a las normas jurídicas, también incluyo las normas sociales y las económicas. Ejemplo: el capitalismo dice que los que no son eficientes son expulsados del mercado. Así si hay bancos que hacen su trabajo mal y se les rescata, la propiedad del banco ha de pasar a quien pone el dinero (el contribuyente) y no de terceros (privados beneficiados) que son los patrocinadores de sus benefactores (políticos) y así socializamos perdidas y privatizamos beneficios o sea capitalismo “del yo me lo llevo”.
Redescubrir los derechos civiles y recupéralos se hace del todo necesario para retornar a vislumbrar los derechos políticos y los derechos sociales. Y eso se hace mutando a los votantes en ciudadanos.
La pregunta es qué fuerza política pregona que voten en función de los intereses generales y no de los intereses particulares de territorio, clase social o cualquier otro interés particular.
Navegamos por un sistema político de partidos que está agotado, que no puede dar solución a los problemas existentes y lo que es peor, de partir de un diagnóstico erróneo al usar y utilizar conceptos caducos y trasnochados como las ideologías para explicar en la sociedad en la que vivimos y para resolver los problemas de dicha sociedad.
Vivimos en una época de transición con mutaciones en las estructuras económicas, sociales y culturales que requieren de modificaciones en la estructura política existente, ya que entorpecen y retardan los cambios económicos, sociales y culturales y en ese contexto el votante tiene que morir y alumbrar el nacimiento del ciudadano, de lo contrario nos estancaremos en términos históricos.
Repito votar no es ser ciudadano, sino participar en una comedia por la que con el voto legitima esta farsa democrática. Ser ciudadano es otra cosa y que básicamente consiste en ser votante en período postelectoral o sea en participar e involucrarse en los asuntos públicos en particular y colectivos en general.
Por todo ello, estoy en condiciones de decir que la Democracia es un modelo ideal que alcanzaremos cuando interioricemos el conocimiento histórico o sea dicho en cristiano: la teoría de la división de poderes, la formulo Montesquieu cuando no existían ni siquiera los clubs políticos predecesores de los partidos políticos. Ni que decir tiene que el sistema de partidos políticos funde y aglutina dichos poderes en uno solo, que emana de su propio poder.
 Ah, se me olvidaba decir, que en los tiempos de Montesquieu no había votantes, no habían nacido todavía (obviamente) y yo con este texto…………..


Francisco Anaya Berrocal, en Málaga a 16 de marzo de 2018.


  

jueves, 8 de marzo de 2018

EL DARSE CUENTA


EL DARSE CUENTA
La culpa la tiene el presidente del gobierno, la culpa la tiene mi patrón, la culpa la tiene mi mujer, la culpa la tiene siempre  alguien, alguien  a quien criminalizar y cuando no, la culpa la tiene algo o las circunstancias.  No nos miramos a sí mismos y no  nos visualizamos nuestros adentros, sin darnos cuenta que nosotros somos parte del problema, de que algo hemos hecho mal, de que una cuota de culpa es nuestra y solo nuestra. Todo ello es consecuencia  de un sistema  político social que pregona derechos y silencia obligaciones, para así captar y cautivar el voto.
Los capturadores del voto -y en política el voto es lo que el dinero es a la  economía- en su competición electoral no predican ni incentivan al electorado (mercado político) de “que puedo yo hacer por mi país”, “que puedo yo hacer por mi ciudad”, sino que son abastecedores del “que me vas a dar a cambio del voto”. Y es en ese comercio inmoral sobre el que se sustenta y se cimenta la democracia en que vivimos  o dedocracia, según se mire. En esta mercantilización del voto, el votante termina por decidir que se hace con el dinero del contribuyente, el cual  no se rebela al estar incapacitado para ello, por los fundamentos y razonamientos de lo políticamente correcto y que traducido  en términos vitales se llama ser solidarios en los frutos pero no ser solidarios en los sudores. Con ello la clase media es exterminada por los parásitos de arriba y los parásitos de abajo.
En esta descomposición social, nadie hace nada y la culpa como no, la tienen los políticos.
Evidentemente y yo no los voy a defender, los políticos en ultimo termino son la expresión de la sociedad en ese ámbito y el resto de la gente no es mejor. ¿Cuántos le pagan la factura con IVA al fontanero? ¿De qué estamos hablando? Vivimos en una sociedad basada en el engaño. El mecánico de lavadora engaña a la ama de casa y se aprovecha de su ignorancia en mecánica de lavadora; este mecánico de lavadora luego es engañado por el dentista que le dice que tiene 6 averías en la boca, cuando tiene tres; a su vez el dentista es estafado con  la adquisición de productos financieros que le ha expendido el marido de la ama de casa del inicio de esta farsa. En ese escenario de engaño y desconfianza fundamentada vivir se complica y la corrupción no está en la `política, sino en la calle en general. La corrupción existe porque la sociedad es corrupta y los políticos son corruptos no porque la política sea un asco, que lo es, sino porque la sociedad es un asco; a los políticos no los han parido madres especiales, brotan de la propia sociedad.
“El darse cuenta” de que si nosotros no cambiamos, la política no cambiara. Al final se trata de ser bueno y no contar mentiras,  como me decían las monjas.




Francisco Anaya Berrocal, en Málaga a 8 de marzo de 2018.


domingo, 4 de marzo de 2018

El nacionalismo como freno del avance histórico.


El nacionalismo como freno del avance histórico.

La “auto indefensión aprendida” a nivel colectivo es el convencimiento y conocimiento de que hagamos lo que hagamos, el devenir histórico proseguirá su camino; es la victoria de la Historia como ciencia social, como la madre de todas las ciencias, sociales  y no sociales.
Saber de dónde venimos para conocer hacia dónde vamos en el ahora presente, nos lleva y nos conlleva a desentrañar las leyes de la Historia por inducción. A extraer los principios que informan de manera común a toda una serie de sucesos históricos con los que formular teorías como consecuencia de la verificación de dadas determinadas circunstancias se producen determinadas consecuencias.
A diferencia del periodista que desconoce el desenlace del suceso que investiga, que narra; el historiador lo sabe y no solo lo sabe de ese suceso, sino también de otros muchos sucesos, pudiendo extraer denominadores comunes  o inferencias  de todos esos sucesos que le habilitan para formular teorías científicos sociales o particularmente:  teorías  históricas.
Así podemos determinar o formular que tal o cual modelo político requiere de un desarrollo social y económico determinado para que dicho modelo se de y se desarrolle en su plenitud: de que determinadas estructuras políticas requieren  necesariamente de determinadas estructuras económicas y sociales, cuando no culturales para que existan.
Y es que la Historia no se conoce ni se aprende sino que se reconoce y se recuerda, como aquello que llevamos dentro.
La Historia  permite evaluar  a todos los individuos de una población como si fuese un único organismo.  Como una bandada de pájaros, manada de ñus o banco de peces; es lo que llamamos convergencia .
Y, así llegamos a fenómenos históricos como el nacionalismo que son al día de hoy un retroceso histórico, una reliquia del pasado, que nos vuelve al pasado, que nos retorna al pasado.
Superar el nacionalismo es vencer a las fronteras y las fronteras o demarcación de territorios es la causa de la guerra, del conflicto entre los hombres. La frontera es la delimitación del ecosistema, del territorio a defender, a explotar. Superar la existencia de fronteras es superar, es vencer la existencia de la guerra, por eso el nacionalismo es un retroceso en el avance histórico. Por eso el proyecto  de  la Unión Europea por el que sus estados miembros ceden soberanía a Bruselas, inhabilita la guerra entre los estados miembros y hace que los territorios y poblaciones  que sustentan dicha soberanía inhabiliten el concepto estado-nación, nación y estado y se vaya a una supra nación en crecimiento, que suplanta y extermina el nacionalismo.
Por eso, se explica el vacío del independentismo catalán en Europa, porque  no solo es la negación de España, sino también la negación de Europa y en este mundo de dios que vivimos, el independentismo, el nacionalismo es un viaje a ninguna parte,  es un retroceso histórico.
Por otra parte, ¿Cuántos nacionalistas catalanistas o nacionalistas españolistas, dejaría de serlo por un millón de euros, ingresado en su cuenta corriente? ¿ De que estamos hablando?


Francisco Anaya Berrocal, en Málaga a 4 de marzo de 2018.