DESACTIVACIÓN O LA QUIEBRA DEL RÉGIMEN DE 1978.
DESACTIVACIÓN O LA
QUIEBRA DEL RÉGIMEN DE 1978.
La incredulidad se ha apoderado de las mentes de las gentes.
La percepción social es que todos los políticos son lo mismo y la política un
asco. ¿A quién votamos? ¿Votar en blanco sirve para algo?, si los votos en blanco tuvieran su
correspondencia en escaños vacíos, sí, pero no acontece así, sino que van a la papelera y de ahí al
desagüe, repartiéndose entre los votos escritos (marcas políticas) o sea se
discrimina según lo que votes, de manera que votar en blanco es igual o
equivalente a quedarte en tu casa y no votar. El sistema político solo permite
votar o comprar marcas políticas autorizadas, pero no productos de marca blanca
(apolíticos). Con ello, las fuerzas del cambio están fuera de combate y el
sistema político desactiva su renovación, ya que no se puede ir de la ley a la
ley y esta falta de regeneración conlleva su propio agotamiento y con ello su
final. Lean a Miguel Artola como historiaba el final de la Restauración y
trasladen los factores de agotamiento a la actual Neorestauración y sabrán el
desenlace.
¿Movimientos civiles organizados y formalizados desde fuera
del ámbito de los partidos políticos que tienen y contienen fines concretos y
de amplio calado social al ser transversales y que suponen el empoderamiento de
la sociedad triunfan o su notoriedad provoca “alarma política” en la clase
política que responde para su desactivación? Llámese plataforma de los
afectados por la hipoteca, Stop impuesto sucesiones, afectados por
preferentes…….
El sistema seguirá siendo legal, pero se deslegitima y lo
hace porque las bases sociales que lo sustentan disminuyen y esto es así porque
cada vez hay más voto rehén o cautivo, que vota lo menos malo o vota para
evitar males mayores desde la conciencia del elector.
En esta atmosfera colectiva, queda resignación. No hay nada
que hacer, el sistema vence. El estado del bienestar ha generado tal grado de
dependencia al tiempo que genera falta de iniciativa y por tanto de creatividad,
que anula a la sociedad a la que abastece y de la que se nutre, que hace perder
la libertad de los individuos y los muta en dependientes de un sistema que se
agota y por tanto muere y con él, ellos, al ser incapaces de regenerarlo.
Porque la dependencia hace perder la libertad. Amplios
sectores de la sociedad viven o malviven mejor dicho de “comer gratis”, de los
que laboran otros, de los que ahorran otros y hacen de este modo parasitario,
su forma de vivir. No precisan ser propietarios para gozar y disfrutar de
bienes que acceden a ellos por un estado de bienestar que se los reporta
directamente o indirectamente (véase el caso de la viviendas ocupadas1).
Cuando te habitúas a que te lo den todo (“comer gratis”)
impiden que desarrolles tus potencialidades, tu talento, tu capacidad de
resolver, porque hay otros que lo hacen por ti. Cuando por cualquier motivo no
te abastecen de comida gratuita, no se quejan por no haberles dotado de
herramientas, recursos y saber hacer para comer, sino por la falta de
suministro de comida y se convierten en víctimas, según ellos.
Votan a los que les dan y prometen darles más; los políticos
sabedores de ello, entran en una puja o subasta de a ver quién da más por un
voto. El político que habla de obligaciones de los votantes y no de derechos, subvenciones, subsidios, bonificaciones
y deducciones, esta fuera del mercado político; es un predicador en el
desierto. En esta orgía de quién da más, el sistema se hunde y los que
vislumbran dicho hundimiento avisan de ello, para no ser escuchados, si es que
les oyen; ese run run no mola, no interesa.
Que puedo hacer yo por mi ciudad, que puedo hacer yo por mi
país, no son preguntas que nos hagamos, sino todo lo contrario: que hacen por
mí el estado, el ayuntamiento, la junta…
De este modo las fuerzas para cambiar lo que está mal, para
regenerar lo viciado, para reformar lo mejorable están desactivadas y solo la
quiebra del sistema es posible, ya que conformar una comunidad de pensamiento y
obra para su activación son eliminadas no porque sean una amenaza para el
sistema, sino porque sean la posibilidad de una amenaza y esto es el cierre a
la solución de un problema, que nos llevaría a abrir las puertas de entrada de
otros problemas y con ello: la activación.
El mismo sistema se autodestruye, al devorarse en sus propias contradicciones,
ya expuestas. Esta falta de reformas, de parálisis social nos llevara a un hundimiento, que en términos
psicosociales, de actitud social ya existe.
1-
Los
propietarios solo tienen obligaciones de
pagar IBI, gastos de comunidad, recibos de luz, agua, gas….y hasta imputación
de renta inmobiliaria en IRPF, y hasta Patrimonio según casos; pero si le
invaden e ocupan su propiedad, el Estado no le protege en su derecho de
propiedad como debiera; y esto es así porque el Estado se alivia transfiriendo
su obligación de reportar un alojamiento a los necesitados a los
propietarios que les cae la lotería de
una ocupación. El calvario al que son sometidos, que tienen hasta que pagar la
luz y agua de los “okupas” no tiene perdón de Dios y es así por el consentimiento
del Estado. De los necesitados se pasa a los aprovechados y con ello, el número
de okupas y las consiguientes ocupaciones crece. Luego con su voto legalizan su
usurpación y así gozan del sudor de quien lo laboro. Véase Madrid, Barcelona,
Cadiz……
Francisco Anaya Berrocal en Málaga a 24 de noviembre de
2017.