MEMORIAS DEL ÚLTIMO ESPAÑOL DE ESPAÑA: 1
Había pasado ya mucho tiempo de todo aquello; sin embargo la
memoria estaba presente y atormentaba el devenir diario con aquellas sacudidas
mentales que le brotaban de sus entrañas.
Sin darse cuenta se estaba haciendo mayor y le albergaba una
sensación de estar dejando pasar la vida, sin hacer lo que realmente quería;
esperando un no se qué, que no ocurría y le hacia languidecer.
Su vida no solamente era monótona y aburrida, carente de
alegrías y llenas de temores propiciados por esa falta de valor que le impedía
salir del atolladero en el que estaba metido.
Y en ese atolladero emergían esas voces que le hablaban a su interior; que
procedían del pasado pero que no podía transmitirlas a su presente, ni siquiera
proyectarlas a su devenir en cuanto que no alcanzaban razón, para poder exteriorizarlas y
comunicarlas.
Sabía que le hablaban, pero solo alcanzaba a eso,” ruido”, sin llegar a entender nada, no sabía leer el
pasado y ello le condenaba a un círculo del que no podía salir, por no saber
salir ,cuando necesitaba , obtener y disfrutar de una paz interior que no
alcanzaba a sentir.
Habían pasado muchos años y se repetía una vez y otra vez.
Federico tardo mucho tiempo en aprender a hablar, según me decía mi vecina, como si acaso tal vez, el
lenguaje del pasado quisiera brotar, impidiéndole hablar.
Me decía mi vecina, que el niño no se esforzaba lo mas mínimo,
en cuanto que rodeado de tías, abuela, tata, amigas de las tías….sus deseos
eran ordenes con simples gestos o averiguaciones de sus familiares. Era el primogénito
y su egocentrismo quedo roto con la venida al mundo de su hermano, que andando,
al poco tiempo traducía a mama lo que decía o quería su hermanito mayor.
Pasaron los años y el niño se fue haciendo mayor, “entendiendo
de todo”, con un miedo permanente a hacerse mayor y que se traducía en su miedo
a las niñas de su edad y tener que enfrentarse con la vida; era miedo a la vida
lo que tenía: por eso quería escuchar las voces del pasado, pero no se quedaba
mudo, para oírlas y por ello le brotaban elucubraciones, a las que trataba de dar orden y forma en escritos imaginarios.
Estudio Historia, consecuencia clara de ese grito
desgarrador de impotencia, de un no saber hacer, de desidia, de abulia, de cómo
se agota, de cómo se acaba un producto histórico llamado España.
Fruto de un aborto histórico, de un proyecto fracasado de
vida en común entre todas las tribus de Hispania. Amputada bestialmente en 1640,
por poco en aquel entonces no acabo de nuevo en un conjunto de taifas. España
solo existió frente al exterior, frente a un enemigo exterior, que asolase el
solar ibérico.
Pero que le importa todo esto, a un llamado (por los bienpensantes)
ciudadano del estado español, estas reflexiones de un lector de libros de historia,
que en su imaginario, modificaba las derrotas por victorias y hacia del huerto hispano,
el cetro de la corona de un imperio que asolaba toda la faz de la Tierra.
Y mientras corría la tinta sobre el papel, persistía su
firme y ferra voluntad, su inquebrantable determinación, de hacer sueño su
realidad y realidad lo que, era su imaginario
¿Pero en que mundo vivía
Federico?
Habían pasado los años y algo se había muerto o se estaba
muriendo y un grito desgarrador brotaba y rebrotaba de su garganta: todavía
sigo siendo español.