EL EXILIO DE LA ÉTICA.
EL EXILIO DE
LA ÉTICA.
Podemos quedarnos
dentro y luchar por reformar, lo que por otra parte no es reformable, en
cuanto lo que se requiere es
regeneración, al estar viciado el sistema o salir al exterior y denunciar;
pero sabemos que si intentamos derribar el sistema vendrá el caos, vendrá la
anomia. La ruptura no es solución, pero la reforma tampoco y claro está el inmovilismo…
¿Qué hacer?
Necesitamos entendimiento
para conocer y reconocer nuestra realidad pero inteligencia para operar en ella,
si se quiere avanzar y superar dicha realidad; pero para
ello la producción de normas no puede estar regida por criterios de oportunismo político, de
desaceleración de movimientos cívicos, sino por las demandas sociales, por las
necesidades de la ciudadanía.
La partidocracia lo impide, funcionando en el cortaplacismo
que lleva a la quiebra y autodestrucción
del sistema. Salirse del sistema, optar por la ruptura no es la solución en
cuanto que cualquier proceso revolucionario trae el caos y la anomía en un trance de terror. Ya que la ciencia no
es democrática, no la elegimos, no se
vota y los que pretenden que todo se
vote, se exilian de la ética para vivir de la estafa y que se llama “ignorancia
activa”, por la que todos dan su opinión sobre todo, sin tener elementos de
juicio que la fundamente y por la que la cantidad se impone a la calidad, ya
que eso es democrático y por tanto, políticamente correcto. Y esto, nos lleva a
vivir en un sistema político partidocrático donde sus miembros incrementan sus derechos y aminoran sus
obligaciones mediante el instrumento del
voto con el que legitiman “su farsa democrática” y mantienen su orden
establecido.
La gente vota, porque lo que toca es votar al igual que se
visten a la moda; es lo que toca. Lo hacen como mero acto estético carente de
contenido y profundidad, pero con observancia de forma: dirán “yo he cumplido
con mi obligación de votar, ya que si no votas, no te quejes.
¿Y los que votan en blanco, se pueden quejar? ¿Y si se
quejan, sirve de algo? Los votos en blanco se contabilizan para no ser tenidos
en cuenta. No se quedan escaños en blanco o vacíos.
Ser ciudadano no es votar, sino participar y colaborar no solo en el proceso electoral, sino en el
después. En ir a las reuniones de las juntas de distrito, en colaborar en
movimientos vecinales, filantrópicos, de usuarios y consumidores,………….. ¿de
cuántos ciudadanos estamos hablando?
Por otra parte tiene que haber voluntad política en la gente de penalizar el desorden (orden establecido)
y entonces el desorden se acaba, si
seguimos con medias tintas, entonces mal, entonces más de lo mismo.
En la tecnología del vencimiento del miedo, el miedo se
vence con otro miedo superior y mayor hasta pasar a otro peor que el anterior y
así llegar a un estado inmune al miedo, donde da igual todo porque ya no te
pueden hacer más daño del que te han hecho, en donde ya no pueden infligirte
otro miedo mayor, dado que deseas la muerte para alcanzar la paz, porque sabes
que mientras vivas no tendrás paz.
Así la democracia es un medio, que no miedo para alcanzar la
paz, pero no el único instrumento para alcanzar la paz; existen otros. Es más
cuando la democracia se prostituye, se halla viciada, necesita ser destituida y
sustituida por otra forma política.
Acontece en el mundo actual, que la Democracia es solo
fachada, que ya ni se molesta en esconder la Ineptocracia existente, que hace
que la Democracia no sea el instrumento idóneo, la respuesta idónea para
resolver los problemas de nuestra sociedad. De que necesitamos de otros
instrumentos que nos posibiliten vivir mejor o al menos superar el trance que
nos acontece.
El binomio seguridad/libertad ha dado paso al binomio
excelencia/igualitarismo.
El igualitarismo existente, lo es de salón, de Democracia prostituida y
mutada en Tiranía; en la mejor de las tiranías: en la dictadura invisible por
la que los dominados se creen libres y no intentan escapar de su cárcel y
vitorean e encumbran a sus carceleros (sistema de partidos políticos)
La prosperidad y el avance de las ciencias, de las artes, de
la organización social requieren obviamente del triunfo de la excelencia, que
es el conocimiento encumbrado como eje vital de la sociedad.
Del mismo modo que no se construye un puente votando, la
organización política de una sociedad y su funcionamiento requiere del dominio del relato
histórico y el conocimiento de la
política como ciencia social y esto, precisamente esto atenta y vulnera al
dogma de “un hombre, un voto”. De lo que se trata es que el votante lo sea de
modo permanente, de que sea ciudadano, de que cumpla con sus obligaciones
civiles y colectivas.
Ni decir tiene que la voluntad no basta, de que se requiere
preparación para la navegación política, para la conducción de la res pública ;
que pilotar los destinos de una comunidad requieren de una vocación de servicio
público y de cualificación profesional como requisitos morales y técnicos que
no se solicitan para acceder a la carrera política en un partido, que solo
reclama lealtad y subordinación a la estructura piramidal interna que lo rige y
lo domina sin reparos.
Este sistema político, este sistema competitivo de
elecciones hace y determina un proceder de sus actores: los partidos políticos
, un mal endémico . Los partidos políticos y no solo en el proceso electoral,
sino también en el postelectoral tienen
un código de conducta informado por la obtención de rédito político particular,
de ganancia electoral. No buscan el bien común, lo que hacen es decir que lo
buscan, no colaboran ni cooperan los unos con los otros para resolver los
problemas de los vecinos, las demandas de los ciudadanos; solo buscan
autoperpetuarse en el poder, están por estar y son un cáncer a extirpar o nos
devoraran.
No necesitamos políticos, no necesitamos partidos políticos
ni exilarnos de la ética como código de conducta social, lo que necesitamos es
ser ciudadanos y por tanto desintermediar la política, no dejar los asuntos
públicos ni los asuntos colectivos en manos de los de siempre, sino participar,
colaborar y trabajar en lo público, en lo colectivo y entonces retornara la
ética.
Francisco Anaya Berrocal, en Málaga a 16 de febrero de 2018.