viernes, 16 de febrero de 2018

EL EXILIO DE LA ÉTICA.


EL EXILIO DE LA ÉTICA.
Podemos quedarnos  dentro y luchar por reformar, lo que por otra parte no es reformable, en cuanto lo que se  requiere es regeneración,  al estar viciado  el sistema o salir al exterior y denunciar; pero sabemos que si intentamos derribar el sistema vendrá el caos, vendrá la anomia. La ruptura no es solución, pero la reforma tampoco y claro está el inmovilismo…
¿Qué hacer?
 Necesitamos entendimiento para conocer y reconocer nuestra realidad pero inteligencia para operar en ella,  si se quiere  avanzar y superar dicha realidad; pero para ello la producción de normas no puede estar regida  por criterios de oportunismo político, de desaceleración de movimientos cívicos, sino por las demandas sociales, por las necesidades de la ciudadanía.
La partidocracia lo impide, funcionando en el cortaplacismo que  lleva a la quiebra y autodestrucción del sistema. Salirse del sistema, optar por la ruptura no es la solución en cuanto que cualquier proceso revolucionario trae el caos y la anomía  en un trance de terror. Ya que la ciencia no es democrática, no la elegimos,  no se vota y los que pretenden  que todo se vote, se exilian de la ética para vivir de la estafa y que se llama “ignorancia activa”, por la que todos dan su opinión sobre todo, sin tener elementos de juicio que la fundamente y por la que la cantidad se impone a la calidad, ya que eso es democrático y por tanto, políticamente correcto. Y esto, nos lleva a vivir en un sistema político partidocrático donde sus miembros  incrementan sus derechos y aminoran sus obligaciones  mediante el instrumento del voto con el que legitiman “su farsa democrática” y mantienen su orden establecido.
La gente vota, porque lo que toca es votar al igual que se visten a la moda; es lo que toca. Lo hacen como mero acto estético carente de contenido y profundidad, pero con observancia de forma: dirán “yo he cumplido con mi obligación de votar, ya que si no votas, no te quejes.
¿Y los que votan en blanco, se pueden quejar? ¿Y si se quejan, sirve de algo? Los votos en blanco se contabilizan para no ser tenidos en cuenta. No se quedan escaños en blanco o vacíos.
Ser ciudadano no es votar, sino participar y colaborar  no solo en el proceso electoral, sino en el después. En ir a las reuniones de las juntas de distrito, en colaborar en movimientos vecinales, filantrópicos, de usuarios y consumidores,………….. ¿de cuántos ciudadanos estamos hablando?
Por otra parte tiene que haber  voluntad política en la gente  de penalizar el desorden (orden establecido) y entonces  el desorden se acaba, si seguimos con medias tintas, entonces mal, entonces más de lo mismo.
En la tecnología del vencimiento del miedo, el miedo se vence con otro miedo superior y mayor hasta pasar a otro peor que el anterior y así llegar a un estado inmune al miedo, donde da igual todo porque ya no te pueden hacer más daño del que te han hecho, en donde ya no pueden infligirte otro miedo mayor, dado que deseas la muerte para alcanzar la paz, porque sabes que mientras vivas no tendrás paz.
Así la democracia es un medio, que no miedo para alcanzar la paz, pero no el único instrumento para alcanzar la paz; existen otros. Es más cuando la democracia se prostituye, se halla viciada, necesita ser destituida y sustituida por otra forma política.
Acontece en el mundo actual, que la Democracia es solo fachada, que ya ni se molesta en esconder la Ineptocracia existente, que hace que la Democracia no sea el instrumento idóneo, la respuesta idónea para resolver los problemas de nuestra sociedad. De que necesitamos de otros instrumentos que nos posibiliten vivir mejor o al menos superar el trance que nos acontece.
El binomio seguridad/libertad ha dado paso al binomio excelencia/igualitarismo.
El igualitarismo existente,  lo es de salón, de Democracia prostituida y mutada en Tiranía; en la mejor de las tiranías: en la dictadura invisible por la que los dominados se creen libres y no intentan escapar de su cárcel y vitorean e encumbran a sus carceleros (sistema de partidos políticos)
La prosperidad y el avance de las ciencias, de las artes, de la organización social requieren obviamente del triunfo de la excelencia, que es el conocimiento encumbrado como eje vital de la sociedad.
Del mismo modo que no se construye un puente votando, la organización política de una sociedad y su funcionamiento  requiere del dominio del relato histórico  y el conocimiento de la política como ciencia social y esto, precisamente esto atenta y vulnera al dogma de “un hombre, un voto”. De lo que se trata es que el votante lo sea de modo permanente, de que sea ciudadano, de que cumpla con sus obligaciones civiles y colectivas.
Ni decir tiene que la voluntad no basta, de que se requiere preparación para la navegación política, para la conducción de la res pública ; que pilotar los destinos de una comunidad requieren de una vocación de servicio público y de cualificación profesional como requisitos morales y técnicos que no se solicitan para acceder a la carrera política en un partido, que solo reclama lealtad y subordinación a la estructura piramidal interna que lo rige y lo domina sin reparos.
Este sistema político, este sistema competitivo de elecciones hace y determina un proceder de sus actores: los partidos políticos , un mal endémico . Los partidos políticos y no solo en el proceso electoral, sino también en el postelectoral  tienen un código de conducta informado por la obtención de rédito político particular, de ganancia electoral. No buscan el bien común, lo que hacen es decir que lo buscan, no colaboran ni cooperan los unos con los otros para resolver los problemas de los vecinos, las demandas de los ciudadanos; solo buscan autoperpetuarse en el poder, están por estar y son un cáncer a extirpar o nos devoraran.
No necesitamos políticos, no necesitamos partidos políticos ni exilarnos de la ética como código de conducta social, lo que necesitamos es ser ciudadanos y por tanto desintermediar la política, no dejar los asuntos públicos ni los asuntos colectivos en manos de los de siempre, sino participar, colaborar y trabajar en lo público, en lo colectivo y entonces retornara la ética.
Francisco Anaya Berrocal, en Málaga a 16 de febrero de 2018.